Por VenEconomía
Martin Niemöller, fue un pacifista que sufrió en carne propia los estragos del nazismo. Era un pastor luterano alemán opositor de Hitler y defensor de los judíos. Es muy conocido por su poema "Cuando los nazis vinieron por los comunistas", el cual encierra el mensaje de que en los regímenes totalitarios, tarde o temprano, la persecución y el odio tocarán tu puerta. Con sabias y dramáticas palabras describió la fatalidad del silencio de esa época:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.
Luego encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Luego vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío.
Y luego vinieron por mí, pero ya no había nadie que pudiera protestar por mí.
En Venezuela, en estos 12 años todos han guardado silencio cuando el Gobierno expropiaba, confiscaba o nacionalizaba propiedades a agricultores y empresarios. ¡Los timados, en aras de imponer un comunismo, eran otros!
Sin embargo, cada día el puño expoliador llega más cerca de usted. Si no vean el ejemplo de los vecinos del sector F de Montalbán 1, una comunidad de 1.500 ciudadanos de clase media profesional.
Cuando hace unos seis años expropiaron los terrenos de Juan Pablo II y Montalbán III, estos vecinos no protestaron. Esos terrenos estaban cerca, pero no tanto.
Luego expropiaron los terrenos donde estaban los autocines, en la Avenida Teherán, que une Paraíso, Montalbán, la UCAB y Antímano, no protestaron. Los terrenos estaban más cerca, pero aún no mucho.
Luego expropiaron los terrenos comunales al lado del Centro Uslar, y tampoco protestaron. Aunque estaban mucho más cerca, no estaban dentro.
Ahora le tocan la puerta al sector F de Montalbán I. En diciembre de 2010 les fue expropiado un terreno vecinal que está destinado a la construcción de un centro comunal para atender a personas de la tercera edad y como área verde y de recreo de jóvenes y niños. El Gobierno quiere levantar en él siete edificios que duplicarían de un solo golpe la densidad poblacional del sector, colapsarían sus servicios y congestionaría aún más la vía de acceso.
Ésta es la dramática realidad en la que también están inmersos cientos de comunidades y miles de venezolanos, a quienes el Gobierno les está arrebatando sus propiedades.
A diferencia del poema de Niemöller, en Venezuela todavía queda el arma de la resistencia pacífica pero muy activa, ante tanta ilegalidad.
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