Hay ciudadanos quienes, a pesar de su avanzada edad, deben echarse a la calle para alargar su supervivencia. Puede que los años les pesen, y la habilidad para diferenciar un billete de otro no sea la misma. Aún así voltean una caja de cartón, colocan sobre ella su mercancía barata, y pasan las horas a la espera de un cliente bondadoso que les salve el día, mientras se aproxima sigilosa la fecha del cobro de la pensión.
Foto: Renier Otto /TalCualDigital
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