El militar retirado derechista Otto Pérez Molina ganó las elecciones presidenciales del domingo en Guatemala y prometió dedicar la mayor parte de su tiempo a solucionar los problemas de seguridad en el país, azotado por la creciente violencia y la extendida pobreza.
El militar, del Partido Patriota (PP), triunfó con un 53.9 por ciento de los votos tras la contabilización de casi el 100 por ciento de las mesas, según el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Para algunos analistas su llegada al poder podría implicar un viraje del país hacia la derecha.
Su rival, el diputado centrista Manuel Baldizón -candidato del Partido Libertad Democrático Renovada (Líder)- obtuvo un 46.10 por ciento en los comicios, que debieron ir a una segunda vuelta.
"Desde el primer día los guatemaltecos se van a dar cuenta que tienen un presidente comprometido a defender la vida y la seguridad (...) Un presidente que le va a dedicar el 60, 65 por ciento de su tiempo a temas de seguridad", dijo el mandatario electo, de 60 años.
En las calles de Ciudad de Guatemala, sus partidarios, ondeando banderas anaranjadas del PP, se agruparon y celebraron el triunfo.
Pérez Molina, quien en el 2007 perdió en segunda ronda con el actual mandatario centroizquierdista Alvaro Colom, capitalizó el descontento de una población harta de la rampante delincuencia, que coloca a Guatemala como uno de los países de América con la mayor tasa de homicidios, con 41 casos cada 100,000 habitantes.
El general retirado, un hombre alto, canoso y serio, quiere fortalecer el Ejército con 2,500 nuevos efectivos y a las fuerzas civiles con 10,000 hombres, a fin de combatir la delincuencia agravada con la creciente presencia de sangrientos cárteles del narcotráfico mexicano como los Zetas.
Tanto Pérez Molina como Baldizón ofrecieron impulsar el gasto en seguridad, pero el militar prometió "mano dura" contra el crimen, según su eslogan de campaña.
"No voy a descansar hasta lograr los objetivos que nos hemos propuesto. Y no voy a defraudar a los guatemaltecos (...), voy a trabajar incansablemente para lograr una Guatemala más justa (...) que progrese económicamente, para lograr una Guatemala en la cual todos nos podemos sentir orgulloso", dijo.
Pero, su figura despierta temores en amplios sectores de la población, sobre todo el indígena, que lo vinculan con las más horrendas masacres atribuidas al Ejército a inicios de la década de 1980, la época más cruenta de la guerra civil de 36 años que dejó cerca de 250,000 muertos.
El triunfo de Pérez Molina "podría tomarse como un paso al pasado, retrocediendo a lo que vivió Guatemala hace mucho tiempo", dijo Josué Samayoa, de 23 años, quien trabaja para una empresa de auditoría.
Pérez Molina ha negado su participación en las masacres, ocurridas en su mayoría en la provincia de El Quiché, y prefiere destacar su papel en los acuerdos de paz que llevaron al fin de la guerra, en 1996. El ha dicho que es necesario defender el territorio guatemalteco de peligrosas bandas como los Zetas.
Muchos de los que perdieron familiares durante la guerra civil apoyaron a Baldizón, de 41 años y ex miembro de la gobernante Unión Nacional de la Esperanza (UNE), quien también prometió fortalecer a la policía para luchar contra el crimen y está a favor de la pena de muerte.
Otra preocupación central de los guatemaltecos es la economía, en un país donde más de la mitad de la población vive debajo de la línea de pobreza. "Quiero que la seguridad y la pobreza mejoren. Que nos ofrezcan trabajo y seguridad", dijo Carlos Hernández, un mecánico de 54 años.
Cort. TalCualDigital
El militar, del Partido Patriota (PP), triunfó con un 53.9 por ciento de los votos tras la contabilización de casi el 100 por ciento de las mesas, según el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Para algunos analistas su llegada al poder podría implicar un viraje del país hacia la derecha.
Su rival, el diputado centrista Manuel Baldizón -candidato del Partido Libertad Democrático Renovada (Líder)- obtuvo un 46.10 por ciento en los comicios, que debieron ir a una segunda vuelta.
"Desde el primer día los guatemaltecos se van a dar cuenta que tienen un presidente comprometido a defender la vida y la seguridad (...) Un presidente que le va a dedicar el 60, 65 por ciento de su tiempo a temas de seguridad", dijo el mandatario electo, de 60 años.
En las calles de Ciudad de Guatemala, sus partidarios, ondeando banderas anaranjadas del PP, se agruparon y celebraron el triunfo.
Pérez Molina, quien en el 2007 perdió en segunda ronda con el actual mandatario centroizquierdista Alvaro Colom, capitalizó el descontento de una población harta de la rampante delincuencia, que coloca a Guatemala como uno de los países de América con la mayor tasa de homicidios, con 41 casos cada 100,000 habitantes.
El general retirado, un hombre alto, canoso y serio, quiere fortalecer el Ejército con 2,500 nuevos efectivos y a las fuerzas civiles con 10,000 hombres, a fin de combatir la delincuencia agravada con la creciente presencia de sangrientos cárteles del narcotráfico mexicano como los Zetas.
Tanto Pérez Molina como Baldizón ofrecieron impulsar el gasto en seguridad, pero el militar prometió "mano dura" contra el crimen, según su eslogan de campaña.
"No voy a descansar hasta lograr los objetivos que nos hemos propuesto. Y no voy a defraudar a los guatemaltecos (...), voy a trabajar incansablemente para lograr una Guatemala más justa (...) que progrese económicamente, para lograr una Guatemala en la cual todos nos podemos sentir orgulloso", dijo.
Pero, su figura despierta temores en amplios sectores de la población, sobre todo el indígena, que lo vinculan con las más horrendas masacres atribuidas al Ejército a inicios de la década de 1980, la época más cruenta de la guerra civil de 36 años que dejó cerca de 250,000 muertos.
El triunfo de Pérez Molina "podría tomarse como un paso al pasado, retrocediendo a lo que vivió Guatemala hace mucho tiempo", dijo Josué Samayoa, de 23 años, quien trabaja para una empresa de auditoría.
Pérez Molina ha negado su participación en las masacres, ocurridas en su mayoría en la provincia de El Quiché, y prefiere destacar su papel en los acuerdos de paz que llevaron al fin de la guerra, en 1996. El ha dicho que es necesario defender el territorio guatemalteco de peligrosas bandas como los Zetas.
Muchos de los que perdieron familiares durante la guerra civil apoyaron a Baldizón, de 41 años y ex miembro de la gobernante Unión Nacional de la Esperanza (UNE), quien también prometió fortalecer a la policía para luchar contra el crimen y está a favor de la pena de muerte.
Otra preocupación central de los guatemaltecos es la economía, en un país donde más de la mitad de la población vive debajo de la línea de pobreza. "Quiero que la seguridad y la pobreza mejoren. Que nos ofrezcan trabajo y seguridad", dijo Carlos Hernández, un mecánico de 54 años.
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