Editorial Tal Cual
Muertos Gadafi, Kim Jong Il y Bin Laden, creo que Ahmadineyad podría aspirar al cetro de la perversión política universal. El gordito que sucedió a su papá en Corea del Norte todavía es virgen. Al Assad, que no se cansa de matar sirios, es todavía reciente en esas lides de lesa humanidad.
El dormilón de Zimbabue está más de allá que de acá. Los Castro no juegan en esas ligas mayores, así lo crean nuestros talibanes, además andan encompinchados con Papas, cardenales y, dígame usted, con el sacro mercado. Total que si no es el primero, por ahí anda.
No vamos a hacer el perfil del hermanazo, se ha hecho mucho. Recomiendo el muy sintético y contundente que hizo Tulio Hernández el domingo pasado. Más bien preferiría fijarme en algunas características de su inusitada visita.
No hay muchas dudas de que tan amable recorrido por estas alejadas regiones, en momentos en que sus barcos y misiles muestran sus dientes a los de los gringos e ingleses, quienes hacen otro tanto, no puede tener sino objetivos políticos, hacerse de aliados. No hay que ser muy realistas para afirmar que el apoyo de los cuatro capitanes del Alba no parece ser muy decisivo, antes por el contrario es posible que algunos se le guinden como garrapatas para aliviar sus muchas penurias y aumentar las del visitante atómico. De manera que parecen millas perdidas. Además los anfitriones podrían recibir algún desagradable coscorrón del Imperio que ya ha hecho sus advertencias, hasta el parco Obama, y ha pasado a los hechos expulsando a la desaforada cónsul de Venezuela en Miami, quien, al parecer, quería con cubanos e iraníes, hackear electrónicamente los más íntimos y vitales centros imperiales. Lo que parece un chiste, del tipo de que la comedera de pollo conduce a la homosexualidad. Y hasta vainas de la CIA serán
Algo que nos preocupa es que, además de los precandidatos que han hablado con justeza, otros no lo hayan hecho. Por ejemplo, las feministas y las asociaciones de homosexuales que no han dicho esta boca es mía ante la presencia de un sicario que reparte latigazos, lapidaciones y la horca misma a sus sufridos conciudadanos que no hacen el sexo como el fundamentalismo lo ordena. O nuestros aguerridos cineastas que se hacen los locos ante la represión de sus congéneres, como lo reclamaba hace poco el gran cineasta iraní Abbas Kiariostami. Al menos la comunidad judía ha hecho discreta presencia ante un señor que quiere borrar a Israel del mapa y cree que Hitler era un boyscout.
Pero lo que de verdad nos inquieta es aquello de juego de manos, juegos de villanos. Y como estamos jugando con fuego, es decir, con bombas atómicas y el estrecho destino del petróleo, la cosa puede no quedarse en coscorrones y podemos vernos metidos, en el fondo sin son ni ton, en uno de esos infiernos en que periódicamente suelen solazarse los oscuros dioses de la historia. Y todo por hablar necedades y dárnoslas de lo que no podemos ser, pigmeos que somos de este mundo, de tratar a punta de amor a la paz, como repitieron en su fraternal encuentro, la "locura del Imperio" (sic). Pura irresponsabilidad con la seguridad del Estado, la Virgen de Coromoto y los Silbones de la Sabana incluidos. Habría que pensar en la presidenta Rousseff, jefa de la sexta economía planetaria, que no sólo no quiso ser visitada sino que desde un principio puso distancia con este enemigo de casi toda la humanidad y violador sistemático de los derechos humanos, con quien el picarón de Lula solía ejercer sus conocidas socarronerías.
PS . Recibí una airada carta de Alfredo K ller sobre mi editorial del lunes. Su tono "arrecho y nervioso" me parece innecesario e impertinente. Yo me limité a preguntar y no acuso a nadie del flagrante despelote encuestador. En cuanto a las cifras de su compañía las tomé de la prensa; le reconozco que es un método poco científico, pero no altera lo esencial de nuestro desconcierto.
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