Vimos a Luisa Estella Morales cederle su tribuna, la que le corresponde como cabeza del Poder Judicial, al mandamás del Ejecutivo. Ni hablar de su turno al bate. “Los logros no se miden por la cantidad de sentencias”, espetó. Para ella su trabajo se vio cumplido porque impulsó proyectos de reciclaje de papel, atendió damnificados, activó campañas de conciencia en el manejo de basura y cumplió cotas de ahorro eléctrico.
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Sí, cualquiera pudiera decir que el desparpajo chacumbeliano ya no sorprende a ninguno. No pretendemos tampoco ignorar las evidencias ya acumuladas durante 13 años. Pero el acto del martes en el TSJ fue una bofetada más de cómo el sistema judicial se arrastra frente al Caudillo.
Allí vimos a Luisa Estella Morales cederle su tribuna, la que le corresponde como cabeza del Poder Judicial, al mandamás del Ejecutivo. Ya no se trata de un Poder, constitucionalmente autónomo, demostrando seguir lineamientos. Lo que vimos fue literalmente una declaración de quién manda en la “justicia” nacional.
Por si fuera poco, casi todos esos magistrados, enfundados en sus togas magnánimas, se derritieron en aplausos ante el comentario presidencial de ser él el candidato “del socialismo”. Aplaudían con las mismas manos que dictan sentencias. También Sandra Oblitas, representando al Poder Electoral, hizo lo propio. Una demostración, pues, de la “independencia” que el propio mandatario les pidió “mantener”.
Ni hablar del turno al bate de Luisa Estella. “Los logros no se miden por la cantidad de sentencias”, espetó, ignorando que la labor de los tribunales no es otra que impartir decisiones, sacar y meter gente en la cárcel, resolver disputas legales y demás vericuetos jurídicos. Ah, pero no.
Para Luisa Estella su trabajo se vio cumplido porque impulsó proyectos de reciclaje de papel, atendió damnificados, activó campañas de conciencia en el manejo de basura y cumplió cotas de ahorro eléctrico.
¡Bravo, Luisa Estella! Pensarán el 60% de encarcelados que apenas están procesados y sobreviven a las cárceles, los que pueden, esperando audiencias, juicio y sentencia.
Eso mismo pensará la ministra Fosforito, que insiste en echarle buena parte del muerto carcelario al sistema judicial, culpable a todas luces del retardo procesal.
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