Por: VenEconomía
Durante estos 13 años de Chávez en el poder es alarmante cómo se han venido cercenando impunemente derechos universales y constitucionales en detrimento de la población. Pero, más alarmante aún es el alto grado de conformismo o indiferencia en el que está cayendo el venezolano.Sean cuales sean las razones de esta abulia, el caso es que el balance de los derechos perdidos en estos 13 años da un saldo altamente negativo. No hay sector o área de la vida nacional que no haya sido transgredida o infringida por el afán dictatorial de Chávez, esto así sin que la gran mayoría de los afectados haya reaccionado para exigir sus derechos.
Si se da un vistazo rasante a lo perdido se tiene:
En lo económico: Que la población se acostumbró a que cada día se confisque una propiedad, bien sea tierras agrícolas, terrenos urbanos, empresas o edificaciones. Aceptó ver el campo devastado, la producción agrícola mermada y las industrias otrora pujantes convertidas en chatarras. Se amoldó a vivir con la más alta inflación de la región, sin libre acceso a las divisas, con escasez de productos y bienes básicos, que llevan a la gente a consumir “lo que hay”, y no lo que quiere.
En cuanto a infraestructura y servicios públicos, la población vio con total impavidez cómo se cayó el Viaducto Caracas La Guaira. Sobrevive pacientemente al caos diario que provocan puentes caídos, autopistas colapsadas, y vías derruidas. Los caraqueños, particularmente viven sin chistar el colapso y abarrotamiento del Metro, pues cuando algunos quisieron protestar hace más de un año, terminaron detenidos y enjuiciados. Ya no le es extraño soportar la oscuridad, en los diarios apagones que se registran en cualquier parte de la vida nacional. Y el sabor, color u olor del agua pronto se le dejará de dar importancia, cuando se apliquen las penas a quien denuncie su insalubridad.
En lo social, la cosa es álgida. No asombra el alto índice de secuestros ni los miles de venezolanos muertos en manos de la delincuencia, común, organizada o policial. El derecho al tránsito libre, se autocercena por el miedo de estar en la calle, aunque ni en casas, oficinas, cines, centros comerciales, centros asistenciales o incluso, en los quirófanos se está a salvo de la alta inseguridad.
En lo político, se crearon zonas de seguridad para constreñir la protesta, se ha limitado el derecho a informar a los medios de comunicación y se castiga la crítica y la disidencia. Incluso el ejercicio al voto es un lujo de alto costo.
Pero, como resalta el "Índice de la Felicidad Global" elaborado en Corea del Norte, una de las más herméticas dictaduras del mundo, Venezuela es el quinto país más feliz del mundo.Tal vez por ello, es que como caricaturizó una vez Weill, cuando alguien le pregunta a un amigo ¿Cómo estás? Éste aunque lo está aplastando una bota responde ¡Muy bien, Gracias a Dios!
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