El planeta entero convertido en una gigantesca pista de esquí que se extendía desde los polos hasta el ecuador. El único paisaje donde quiera que se mirase, una extensión de hielo y nieve. La temperatura media, 50 grados bajo cero. Numerosos científicos creen que este escenario llamado «glaciación global» o «Tierra bola de nieve», ocurrió realmente en varias ocasiones.
Una de ellas sucedió durante el Paleoproterozoico, hace entre 2.500 y 1.600 millones de años, y otra en el Neoproterozoico (entre 1.000 y 524 millones de años atrás). Sin embargo, la teoría es polémica y ha sembrado la duda en la comunidad científica. Algunos de sus miembros creen que esto jamás ocurrió, ya que no se explican a través de qué mecanismos el mundo fue capaz de recuperarse de su estado de congelación. Geofísicos de la Universidad de Chicago creen haber dado con la respuesta. Y se encuentra en las nubes.
Un nivel elevado del efecto albedo provocado por la nieve y el hielo, que refleja hacia el espacio los rayos del Sol, significaría que una «Tierra bola de nieve» se habría consolidado irremediablemente. Pero, según la nueva investigación publicada en la revista Geophysical Research Letters, existe un factor que no ha sido tenido en cuenta. Utilizando una serie de modelos globales de circulación general, el equipo encontró que el potencial de efecto invernadero de las nubes podría explicar cómo la glaciación global terminó finalmente por derretirse.
Investigaciones anteriores han descubierto que descongelar un glaciar que cubriera el planeta entero requeriría que el dióxido de carbono llegase hasta el 20% en la atmósfera. Sin embargo, las evidencias químicas encontradas por los paleontólogos muestran que los niveles de dióxido de carbono alcanzaron solo de un 1 a un 10% en el pasado.
Efecto invernadero
Aquí es donde entra en juego el potencial de calentamiento de las nubes. Las nubes no solo atrapan la radiación infrarroja cerca de la superficie de la Tierra, calentando el planeta, sino que también reflejan la luz solar entrante, enfriándolo. En el clima actual, ambos efectos son importantes. Sin embargo, en un planeta cubierto de hielo, la reflectividad de las nubes se convierte en menos importante, y el efecto global de las nubes es calentar el planeta.
Teniendo en cuenta la capacidad de las nubes de atrapar el calor, los autores creen que la concentración de dióxido de carbono atmosférico necesaria para conducir a la desglaciación es de 10 a 100 veces menor que lo que sugieren investigaciones anteriores, una concentración que se ajusta a los niveles observados por la ciencia. De esta forma, los científicos de Chicago concluyen que fue perfectamente posible que la Tierra se convirtiera en una especie de bola de nieve gigante.
El nacimiento de la vida compleja
Las primeras células eucariotas, aquellas que tienen un núcleo bien definido y de las que están hechos todos los animales y plantas, surgieron hace unos mil millones de años, cerca de una de estas terribles glaciaciones mundiales. Sin embargo, fueron capaces de resistir en el planeta helado. Anteriores investigaciones creen es posible que, incluso en esas condiciones infernales, en algunos lugares llegara el Sol hasta la superficie de la Tierra, y debía seguir habiendo agua en estado líquido que sirviera de refugio para la vida. El geólogo de la Universidad de Harvard Francis Macdonald explicaba hace un par de años en la revista Science que, desde el punto de vista evolutivo, no siempre es malo vivir en condiciones duras.
Globovision/ abc.es
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