jueves, 23 de octubre de 2014

Infórmese y luego opine/Nelson Boccanegra jueves 23oct14

El gobierno ha manejado muy mal el caso de Robert Serra, empezando por Maduro quien acusó nada menos que a la oposición del abominable acto. Pero no contento con esto compromete también las relaciones con Colombia al acusar al expresidente, Álvaro Uribe, habría estado implicado en el asesinato

SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
El gobierno ha manejado muy mal el caso de Robert Serra. Comenzando por el presidente de la República, quien sin que siquiera hubieran comenzado las investigaciones policiales acusó nada menos que a la oposición del abominable acto. La más elemental sindéresis debería haber aconsejado a Maduro no precipitarse y mucho menos hacer tan irresponsable e inverosímil afirmación.

Pero no contento con esto, el Presidente de la República compromete también las relaciones con Colombia con la no menos irresponsable e igualmente inverosímil afirmación de que nada menos que el expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, habría estado implicado en el asesinato. Francamente, se necesita ser o muy torpe, o tener muy mala fe o, tal vez, ser muy bruto, para emitir declaraciones de ese jaez, para colmo, horas apenas después que Serra y su asistente, María Herrera, fueran apuñaleados.

Muy pocos días después los hechos desmintieron a Maduro y a estas alturas las investigaciones policiales han puesto en claro quiénes y por qué acabaron con la vida de las dos infortunadas víctimas. Pero no se puede pasar por alto el comportamiento de Maduro.

El suyo es un acto reflejo. Para cualquier cosa negativa que ocurra en el país él tiene una respuesta prefabricada y estereotipada: "la oposición", así, al bulto, cubriendo de ese modo al vasto arco de descontentos existente en el país, incluyendo a numerosos sectores del chavismo, que se han desmarcado de este. Maduro no ha internalizado el hecho de que ocupa la Presidencia y que tal circunstancia lo compromete a ser prudente y cauto en sus expresiones públicas.

Él no se puede dar el lujo de hablar pistoladas y mucho menos, como en este caso, de hacer señalamientos como los que hizo, sin la más mínima evidencia que los sustentara. Afortunadamente, nadie lo tomó en serio, pero piénsese por un instante en las terribles consecuencias que su falta de juicio podría haber desencadenado, de no haber mediado la serenidad de la gente, aunada al desplome de la credibilidad de Maduro. Es de esperar que haya aprendido la lección.

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