A la gente del alto gobierno le está pasando como a esos coberos que tras verse descubiertos en sus mentiras buscan cualquier argumento para tratar de desenrollarse, pero a medida que hablan se enredan más y más
SERGIO BOCCANEGRA/TalCualDigital
A la gente del alto gobierno le está pasando como a esos coberos que tras verse descubiertos en sus mentiras buscan cualquier argumento para tratar de desenrollarse, pero a medida que hablan se enredan más y más.
Lo que ha pasado a partir del condenable asesinato del diputado Robert Serra y su asistente María Herrera deja en evidencia, con tantas contradicciones de los voceros oficialistas, la realidad del pantanal en el que está entrampada la dirigencia chavista, incluyendo al propio presidente Maduro.
Este miércoles, diversas radioemisoras estuvieron dando avances noticiosos sobre dos hechos en desarrollo. Uno sobre las declaraciones del ministro Miguel Rodríguez Torres donde señalaba que era imprudente divulgar detalles del caso Serra porque ello entorpecía las investigaciones. El otro anunciaba que Maduro haría una cadena en las "próximas horas" para dar a conocer "datos muy importantes" sobre el crimen.
En esta suerte de pulseo prevaleció el ministro porque al final, aunque hubo cadena, el mandatario guardó silencio. ¡Cómo estarán las cosas de enredadas en Miraflores que hasta la Presidencia muestra tal inconsistencia y desorden! ¿Dónde está el piloto? ¿Quién manda allí? ¿Por qué tantos desacuerdos? La muerte de cinco personas durante la balacera con participación del CICPC en el centro de Caracas, es otro reflejo del pantanal.
Se ha querido limpiar la imagen de los llamados colectivos señalando que las víctimas eran criminales y no miembros de estos grupos, siempre protegidos por el gobierno. Se pregunta uno: si estos fallecidos eran delincuentes, ¿por qué algunos de ellos salían retratados con frecuencia junto a distintos jerarcas rojos, en muy cordial actitud por cierto? Esto sí está feo señores.
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