Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
El otro día, en la estación del metro de Parque del Este, oí a dos venezolanos del común comentar, periódico en mano, las designaciones de los candidatos de Chacumbele porque del Psuv no son.
Uno le decía al otro, apuntando con el índice la foto de Diosdado Cabello: "Este Chávez si que tiene bolas. No sirve como ministro y lo pone de diputado". Esa relación ciertamente es muy extraña.
No hay ministro al cual el presidente no haya regañado públicamente más que a Diosdado. De ninguno hace chistecitos tan pesados como los que le dispara al teniente Cabello. Nomás el domingo pasado lo candidateó para el "Morrocoy de Oro", "distinción" con la cual dice que va a "premiar" a los funcionarios públicos más flojos.
Que, por cierto, son casi todos, con Diosdado a la cabeza. Su flojera llega al punto de que ni siquiera le advirtió a su jefe que el tren de Puerto Cabello a Cúa está paralizado y tiene tres años de atraso sobre la fecha prevista para su puesta en servicio, que era 2011 y ahora es 2014.
Tremendo papelón hizo Chacumbele en esa ocasión.
Sin embargo, pese a todo esto, Yo-El-Supremo lo colocó ahora a la cabeza de la lista de Monagas, seguramente complaciendo una solicitud del "Morrocoy de Oro", quien tiene sentenciado al Gato Briceño. No se por qué la relación entre Diosdado y Chávez me recuerda tanto la de Cipriano Castro con Gómez.
"Compadre, cápeme este gato", le pedía Doña Zoila al vicepresidente Gómez y el compadre, solícito, le capaba el gato.
Castro andaba de rumba en rumba y Gómez ahí, agazapado. Hasta que un día bajó a La Guaira a despedir al jefe y apenas el barco se perdió en el horizonte, tumbó a su compadre. Por cierto, el remedio resultó peor que la enfermedad.
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