Esta semana el Banco Central reportó que en septiembre el Índice de Precios al Consumidor del Área Metropolitana de Caracas (IPC-AMC) "sólo" aumentó 1,3%, 0,1% menos que en agosto (1,4%) y 1,3% menos que septiembre de 2009 (2,6%).
En esta desaceleración de la inflación que el Gobierno festeja como un logro, no hay nada qué festejar.
Para comenzar, la inflación en Venezuela acumula 21,9% en los primeros nueve meses de 2010, versus 20,4% en el mismo período de 2009. Y acumula 28,5% en los doce meses finalizados en septiembre de este mismo año.
Con tales cifras, Venezuela sigue enarbolando el estandarte del país con la mayor inflación en América Latina, muy por debajo de la que registró en los últimos 12 meses, Brasil (4,49%); Chile (1,24%); Colombia (2,31%), Ecuador (3,82%) o, incluso, del 11,1% de Argentina, el segundo país de la región con mayor inflación.
También se tiene que esta "victoriosa" desaceleración es fruto de una economía deprimida en plena recesión y de la pérdida de poder adquisitivo del venezolano. Además de estar sustentada en controles insostenibles en el tiempo.
Entre las razones que explican esta desaceleración de la inflación está la profundización de un ya férreo sistema de control cambiario que venía siendo regido únicamente por Cadivi. Luego del desborde de un mercado permuta utilizado para surtir la mayoría de las importaciones no atendidas por Cadivi, se eliminó el mercado permuta y se creó un nuevo Sistema de Transacciones con Títulos Valores en Moneda Extranjera (SITME). Este sistema es hoy la principal vía disponible para obtener divisas para importar, con una tasa de Bs.F.5,30:$, monto inferior al que antes debían pagar los importadores en el mercado permuta. Aunque el SITME no satisface la totalidad de la demanda de los importadores, por lo que se ha reducido la variedad de los productos en el mercado, sí ha permitido bajar puntualmente los precios de aquellos bienes que si tienen acceso a esas divisas, lo cual se refleja en la desaceleración del IPC-AMC. Este esquema es insostenible en el tiempo debido a la escasa oferta de ese mecanismo y por lo sobrevaluado que se encuentra con respecto al tipo de cambio real.
Por otro lado, en esta desaceleración de la inflación tiene un peso importante la recesión económica en la que está sumido el país. Esta recesión unida a la inflación acumulada ha venido erosionando el poder adquisitivo del consumidor, el cual bajó 6,3% en el segundo trimestre de este año en el sector privado, con respecto al mismo trimestre de 2009, y 10,5% en el público. Al recuperarse la demanda, la inflación se desataría con renovados bríos.
En resumen, ésta es una desaceleración inflacionaria coyuntural que en lugar de ser producto de la ejecución de una política económica es la consecuencia de la falta de la misma a expensas del bienestar del venezolano.
En esta desaceleración de la inflación que el Gobierno festeja como un logro, no hay nada qué festejar.
Para comenzar, la inflación en Venezuela acumula 21,9% en los primeros nueve meses de 2010, versus 20,4% en el mismo período de 2009. Y acumula 28,5% en los doce meses finalizados en septiembre de este mismo año.
Con tales cifras, Venezuela sigue enarbolando el estandarte del país con la mayor inflación en América Latina, muy por debajo de la que registró en los últimos 12 meses, Brasil (4,49%); Chile (1,24%); Colombia (2,31%), Ecuador (3,82%) o, incluso, del 11,1% de Argentina, el segundo país de la región con mayor inflación.
También se tiene que esta "victoriosa" desaceleración es fruto de una economía deprimida en plena recesión y de la pérdida de poder adquisitivo del venezolano. Además de estar sustentada en controles insostenibles en el tiempo.
Entre las razones que explican esta desaceleración de la inflación está la profundización de un ya férreo sistema de control cambiario que venía siendo regido únicamente por Cadivi. Luego del desborde de un mercado permuta utilizado para surtir la mayoría de las importaciones no atendidas por Cadivi, se eliminó el mercado permuta y se creó un nuevo Sistema de Transacciones con Títulos Valores en Moneda Extranjera (SITME). Este sistema es hoy la principal vía disponible para obtener divisas para importar, con una tasa de Bs.F.5,30:$, monto inferior al que antes debían pagar los importadores en el mercado permuta. Aunque el SITME no satisface la totalidad de la demanda de los importadores, por lo que se ha reducido la variedad de los productos en el mercado, sí ha permitido bajar puntualmente los precios de aquellos bienes que si tienen acceso a esas divisas, lo cual se refleja en la desaceleración del IPC-AMC. Este esquema es insostenible en el tiempo debido a la escasa oferta de ese mecanismo y por lo sobrevaluado que se encuentra con respecto al tipo de cambio real.
Por otro lado, en esta desaceleración de la inflación tiene un peso importante la recesión económica en la que está sumido el país. Esta recesión unida a la inflación acumulada ha venido erosionando el poder adquisitivo del consumidor, el cual bajó 6,3% en el segundo trimestre de este año en el sector privado, con respecto al mismo trimestre de 2009, y 10,5% en el público. Al recuperarse la demanda, la inflación se desataría con renovados bríos.
En resumen, ésta es una desaceleración inflacionaria coyuntural que en lugar de ser producto de la ejecución de una política económica es la consecuencia de la falta de la misma a expensas del bienestar del venezolano.
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