De vez en cuando, la revolución bolivariana inventa sus propias miserias. Para eso no hace falta la mano del imperio ni la actuación de agentes encubiertos de la oposición que, según la abogada Eva Golinger, reciben la mesada desde Washington.
Prevalido de promesas que ofrece al pueblo disfrazadas como grandes utopías, el gobierno chavista crea a una velocidad vertiginosa núcleos de desarrollo endógenos que no producen, viviendas que se agrietan o puentes que caen solos. Nada extraño sería entonces que a algún camarada en Guayana se le haya ocurrido montar un plan de limpieza que se nutra de las desgracias de los otros. Cort. TalCualDigital
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