Es bien difícil percibir qué valor añadirían los inefables "circulitos" a esas actividades que son la razón de ser del mero hecho de ir a la escuela: estudiar y jugar. Lo que sí es mucho más capcioso es eso de "hablar de la familia"
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
El último flato cerebral de Chacumbele es el de la creación de lo que denominó los “círculos bolivarianos infantiles”, cuyo cometido sería, según el Gran Pedagogo, “estudiar, divertirse y hablar de los problemas de la familia”.
Puesto que los chamitos y chamitas en las escuelas lo que hacen es estudiar y divertirse, como actividad absolutamente normal y propia de la escolaridad, es bien difícil percibir qué valor añadirían los inefables “circulitos” a esas actividades que son la razón de ser del mero hecho de ir a la escuela: estudiar y jugar. Lo que sí es mucho más capcioso es eso de “hablar de la familia”.
Aparte del hecho de que en la relación interpersonal de los infantes en las escuelas los temas familiares probablemente surgen de modo completamente espontáneo, este minicronista no puede evitar pensar que los tales “circulitos” contarán con la presencia de un docente o “docenta” que vaya usted a saber hacia dónde podría orientar esas tales “conversaciones sobre la familia”.
De modo que a estas alturas del partido me decanto por una de estas dos posibilidades: Una, que los tales círculos no pasarán de ser uno de esos impromptus de Chacumbele, que terminan siendo puro humo, como aquellas famosas “guerrillas comunicacionales” que según y que iban a organizar en los liceos, muertas antes de nacer, ahogadas en su propia inviabilidad.
Otra, que la cosa vaya en serio y se pretenda hacer de los circulitos, con los docentes y “docentas” que se presten para ello, centros de inducción ideológica según el modelo “pioneros”, acuñado en la Unión Soviética y en su derivación caribeña. Pero, dudo mucho que aun así la idea prospere. No tiene sostén en la realidad escolar y política del país.
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
El último flato cerebral de Chacumbele es el de la creación de lo que denominó los “círculos bolivarianos infantiles”, cuyo cometido sería, según el Gran Pedagogo, “estudiar, divertirse y hablar de los problemas de la familia”.
Puesto que los chamitos y chamitas en las escuelas lo que hacen es estudiar y divertirse, como actividad absolutamente normal y propia de la escolaridad, es bien difícil percibir qué valor añadirían los inefables “circulitos” a esas actividades que son la razón de ser del mero hecho de ir a la escuela: estudiar y jugar. Lo que sí es mucho más capcioso es eso de “hablar de la familia”.
Aparte del hecho de que en la relación interpersonal de los infantes en las escuelas los temas familiares probablemente surgen de modo completamente espontáneo, este minicronista no puede evitar pensar que los tales “circulitos” contarán con la presencia de un docente o “docenta” que vaya usted a saber hacia dónde podría orientar esas tales “conversaciones sobre la familia”.
De modo que a estas alturas del partido me decanto por una de estas dos posibilidades: Una, que los tales círculos no pasarán de ser uno de esos impromptus de Chacumbele, que terminan siendo puro humo, como aquellas famosas “guerrillas comunicacionales” que según y que iban a organizar en los liceos, muertas antes de nacer, ahogadas en su propia inviabilidad.
Otra, que la cosa vaya en serio y se pretenda hacer de los circulitos, con los docentes y “docentas” que se presten para ello, centros de inducción ideológica según el modelo “pioneros”, acuñado en la Unión Soviética y en su derivación caribeña. Pero, dudo mucho que aun así la idea prospere. No tiene sostén en la realidad escolar y política del país.
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