Lo ocurrido en Blandín no parece sorprender a nadie. Un puñado de venezolanos sin viviendas improvisa su barrio sobre una pendiente resbaladiza, donde sus vidas quedan al borde, y el peligro se juega todos los números.
Una vez organizados, acuden a las alcaldías y organismos a los cuales les compete ocuparse de sus casos. Pero regresan con las manos vacías porque en tiempo de revolución otras son las prioridades. Un aguacero y algunas de las casas se desgajan cerro abajo, al precio de varios muertos. Entonces llegan las cuadrillas de salvamentos y, más atrás, las autoridades para decir lo que debieron decirles: que ese sector era inhabitable.Foto: Manaure Quintero
Cort. TalCualDigital
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