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MÉXICO, D.F., noviembre 1 (EL UNIVERSAL).- Un asteroide choca contra el fondo del océano.
Ninguna ciudad ni zona habitada han resultado afectadas.
¿Nos hemos librado del armagedón?.
No.
Una investigación realizada por un equipo del Instituto de Ciencias Planetarias (PSI, por sus siglas en inglés) en Tucson (Arizona) y financiado por la NASA asegura que una roca espacial de tamaño medio -de 500 metros a un kilómetro de diámetro- que se empotrara contra el fondo del mar podría provocar una terrible catástrofe ambiental.
El impacto afectaría a la atmósfera, de forma que agotaría la capa de ozono protectora de la Tierra durante varios años.
Como consecuencia, aumentarían enormemente los niveles de radiación ultravioleta.
Sacar adelante cultivos agrícolas para la alimentación humana sería muy problemático y la subsistencia de millones de personas se vería seriamente amenazada.
También su salud: para evitar quemaduras y cataratas oculares, los seres humanos, como vampiros, sólo podrían salir al exterior por la noche.
Según abc.es, en el pasado, el interés por los efectos de un asteroide o un cometa que impactaran en el medio del océano se había centrado en el peligro de un tsunami, pero este nuevo enfoque, publicado recientemente en la revista especializada Earth and Planetary Science Letters, es completamente diferente.
Elisa Pierazzo, investigadora del PSI, ha utilizado un simulador para conocer cómo afectaría este gran choque sobre el ozono atmosférico.
Pierazzo contempló dos posibles escenarios de impacto: uno en el que un asteroide de 500 metros se precipita a 4 kilómetros de profundidad bajo el océano; y un segundo caso exactamente igual, pero en el que el asteroide tiene un kilómetro de diámetro.
El modelo representa la rapidez con la que, al sumergirse, las rocas expulsan el agua del mar, incluidos el vapor de agua y otros compuestos como el cloruro y el bromuro, que aceleran la destrucción de la capa de ozono.
Los resultados son inquietantes.
Según la investigadora, el impacto de un asteroide de un kilómetro puede producir "una perturbación mundial significativa de la química atmosférica superior", lo que se traduce en el "agotamiento" de la capa de ozono durante varios años, un fenómeno "comparable a los agujeros registrados a mediados de los años 90".
La eliminación de una importante cantidad de ozono en la atmósfera superior durante un período prolongado de tiempo puede tener "importantes repercusiones biológicas en la superficie de la Tierra como consecuencia del aumento de las radiaciones ultravioletas", añade la investigadora.
Entre las amenazantes consecuencias se incluyen "el aumento de la incidencia de eritemas (enrojecimiento de la piel), y cataratas, y cambios en el crecimiento de las plantas y en el ADN molecular".
Los seres humanos también deberíamos proteger de forma extrema nuestra salud.
El índice de radiación ultravioleta más alto registrado hasta ahora en la Tierra ha sido de 20 -uno de 10 ya puede provocar quemaduras a las personas de piel clara en una exposición de algunos minutos-, pero el impacto de un asteroide de 500 metros podría poner estos valores por encima de 20 durante varios meses en algunas regiones del planeta, mientras que la llegada de una roca de 1 kilómetro elevaría el índice UVI a 56, con niveles superiores a 20 durante dos años en algunas zonas de ambos hemisferios.
"Nunca hemos llegado a extremos semejantes y no sabes exactamente qué es lo que ocurriría, pero probablemente tendríamos que permanecer en interiores para protegernos y salir solo por la noche, después del atardecer, para evitar daños mayores".
Como muchas voces han exigido antes, Pierazoo pide el desarrollo de una tecnología espacial que pueda, con el suficiente intervalo de tiempo, destruir o desviar posibles asteroides peligrosos para la Tierra.
De igual forma, como prevención, los agricultores podrían plantar cultivos con mayor tolerancia a la radiación ultravioleta y, poniéndonos en el peor de los escenarios, los alimentos podrían ser almacenados para prepararnos para una posible reducción de la productividad durante algunos años.
Ninguna ciudad ni zona habitada han resultado afectadas.
¿Nos hemos librado del armagedón?.
No.
Una investigación realizada por un equipo del Instituto de Ciencias Planetarias (PSI, por sus siglas en inglés) en Tucson (Arizona) y financiado por la NASA asegura que una roca espacial de tamaño medio -de 500 metros a un kilómetro de diámetro- que se empotrara contra el fondo del mar podría provocar una terrible catástrofe ambiental.
El impacto afectaría a la atmósfera, de forma que agotaría la capa de ozono protectora de la Tierra durante varios años.
Como consecuencia, aumentarían enormemente los niveles de radiación ultravioleta.
Sacar adelante cultivos agrícolas para la alimentación humana sería muy problemático y la subsistencia de millones de personas se vería seriamente amenazada.
También su salud: para evitar quemaduras y cataratas oculares, los seres humanos, como vampiros, sólo podrían salir al exterior por la noche.
Según abc.es, en el pasado, el interés por los efectos de un asteroide o un cometa que impactaran en el medio del océano se había centrado en el peligro de un tsunami, pero este nuevo enfoque, publicado recientemente en la revista especializada Earth and Planetary Science Letters, es completamente diferente.
Elisa Pierazzo, investigadora del PSI, ha utilizado un simulador para conocer cómo afectaría este gran choque sobre el ozono atmosférico.
Pierazzo contempló dos posibles escenarios de impacto: uno en el que un asteroide de 500 metros se precipita a 4 kilómetros de profundidad bajo el océano; y un segundo caso exactamente igual, pero en el que el asteroide tiene un kilómetro de diámetro.
El modelo representa la rapidez con la que, al sumergirse, las rocas expulsan el agua del mar, incluidos el vapor de agua y otros compuestos como el cloruro y el bromuro, que aceleran la destrucción de la capa de ozono.
Los resultados son inquietantes.
Según la investigadora, el impacto de un asteroide de un kilómetro puede producir "una perturbación mundial significativa de la química atmosférica superior", lo que se traduce en el "agotamiento" de la capa de ozono durante varios años, un fenómeno "comparable a los agujeros registrados a mediados de los años 90".
La eliminación de una importante cantidad de ozono en la atmósfera superior durante un período prolongado de tiempo puede tener "importantes repercusiones biológicas en la superficie de la Tierra como consecuencia del aumento de las radiaciones ultravioletas", añade la investigadora.
Entre las amenazantes consecuencias se incluyen "el aumento de la incidencia de eritemas (enrojecimiento de la piel), y cataratas, y cambios en el crecimiento de las plantas y en el ADN molecular".
Los seres humanos también deberíamos proteger de forma extrema nuestra salud.
El índice de radiación ultravioleta más alto registrado hasta ahora en la Tierra ha sido de 20 -uno de 10 ya puede provocar quemaduras a las personas de piel clara en una exposición de algunos minutos-, pero el impacto de un asteroide de 500 metros podría poner estos valores por encima de 20 durante varios meses en algunas regiones del planeta, mientras que la llegada de una roca de 1 kilómetro elevaría el índice UVI a 56, con niveles superiores a 20 durante dos años en algunas zonas de ambos hemisferios.
"Nunca hemos llegado a extremos semejantes y no sabes exactamente qué es lo que ocurriría, pero probablemente tendríamos que permanecer en interiores para protegernos y salir solo por la noche, después del atardecer, para evitar daños mayores".
Como muchas voces han exigido antes, Pierazoo pide el desarrollo de una tecnología espacial que pueda, con el suficiente intervalo de tiempo, destruir o desviar posibles asteroides peligrosos para la Tierra.
De igual forma, como prevención, los agricultores podrían plantar cultivos con mayor tolerancia a la radiación ultravioleta y, poniéndonos en el peor de los escenarios, los alimentos podrían ser almacenados para prepararnos para una posible reducción de la productividad durante algunos años.
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