No hay nada más feliz que un abasto socialista. Es el paraíso de los que persiguen gangas. El parque Disney de los fanáticos de las rebajas. Como obtener ganancias es un delito que se castiga con la cárcel, la mercancía prácticamente se regala, se dona al que no tiene cómo pagarla y de ñapa obsequian fotos del comandante. Como son productos importados, adquiridos con dinero del petróleo y que, de paso, enriquecen a empresarios de otros países, los abastos socialistas gozan de una gran popularidad. Al final de cada jornada, vendedores y clientes salen abrazados, mientras el país real e improductivo se hunde en la crisis.
Foto: Saúl Uzcátegui
Cort. TalCualDigital
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