La utilización politiquera balurda de la desgracia alcanzó uno de sus picos con la visita que hiciera a un refugio donde no sólo agredió gratuitamente a los opositores sino que pidió una "pita para los escuálidos"
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Chacumbele ha montado un teatro demagógico con la tragedia que viven millares de venezolanos en estos días, que es particularmente repugnante. La utilización politiquera balurda de la desgracia alcanzó uno de sus picos con la visita que hiciera a un refugio donde no sólo agredió gratuitamente a los opositores sino que pidió una “pita para los escuálidos”.
El asombro de aquellas pobres gentes, atribuladas y angustiadas por sus padecimientos, se expresó en la débil respuesta que recibió la inaudita solicitud.
Tenían que estar estupefactos ante tan desvergonzada manipulación. Igualmente grotesco ha sido el traslado a Miraflores de 26 familias damnificadas. Probablemente alguna gente todavía lea gestos como estos como demostración de la preocupación paternal del Presidente por sus compatriotas desamparados.
Pero la gente sabe que detrás de ese teatro demagógico se esconde el fracaso de la política de viviendas. Muchos de los damnificados de hoy no lo serían de haberse construido 90 o 100 mil viviendas cada año, desde hace al menos diez.
Todavía hay gente en los refugios esperando la vivienda que se les prometió en 1999, después del deslave. Pero también se esconde el fracaso de la política de rehabilitación y reacondicionamiento de los barrios populares, que Chacumbele abortó apenas comenzaba, el propio año 1999. Fracasó también la preparación del país para hacer frente a contingencias.
No se construyeron los refugios que, bien sabemos, siempre serán necesarios en un país tan vulnerable como el nuestro. Chacumbele no es culpable de las lluvias, por supuesto, pero sí lo es de la imprevisión, la improvisación, el sectarismo y la demagogia que han caracterizado la respuesta oficialista a la tragedia.
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