Venezuela y Estados Unidos viven un nuevo episodio de tensión diplomática que se traduce en un vivo cruce de críticas y en la ausencia de embajadores en Caracas y Washington, pero el pragmatismo parece imponerse por ahora debido al abundante comercio bilateral, opinan expertos.
A la negativa "irrevocable" del gobierno venezolano de aceptar al embajador nominado por Estados Unidos, Larry Palmer, y la intención de Washington de seguir apoyando su candidatura se sumaron en estos días los comentarios de portavoces norteamericanos sobre la política interna del país sudamericano.
"El imperio (Estados Unidos) está desesperado (...) Pero no van a poder debilitar el prestigio de Venezuela en el concierto internacional", zanjó el presidente Hugo Chávez en estos días.
La semana pasada, el subsecretario adjunto estadounidense para América Latina, Arturo Valenzuela, consideró "preocupante" y "antidemocrática" la ley aprobada en diciembre por un Parlamento oficialista en funciones para otorgar a Chávez poderes para legislar durante 18 meses.
"Creo que ha habido un despertar de parte de Estados Unidos hacia la situación venezolana. Hasta ahora, se había hecho la vista gorda a los atropellos a la Constitución y a los derechos humanos pero ahora se muestra preocupación", declaró a la AFP el ex embajador venezolano ante la ONU, Adolfo Tayhardat.
"La situación diplomática está en punto muerto pero no afectará a las relaciones comerciales. Chávez no se atreverá a romper relaciones con Estados Unidos porque incluso internamente habría una fuerte reacción", agregó.
Pese a los esfuerzos de diversificar el destino de su petróleo, Venezuela vende diariamente a Estados Unidos más de un millón de barriles de crudo, sobre una producción total de 3 millones, según cifras de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Venezuela es además el tercer mercado para las exportaciones estadounidenses en América Latina.
Para el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Carlos Romero, Caracas intenta diversificar el destino de su petróleo mientras Estados Unidos "hace un cerco a Venezuela aproximándose a países amigos como Ecuador o Bolivia".
"Pese a que hay un sector cercano a Chávez que sí apostaría por romper relaciones con Estados Unidos, el gobierno venezolano calcula que esta decisión no sería respaldada por la región, incluyendo a Cuba. Venezuela se quedaría sólo y sin dólares", resumió Romero.
Con respecto a Palmer, unas declaraciones sobre Venezuela durante su proceso de ratificación provocaron la retirada del beneplácito por parte de Chávez, quien retó a Estados Unidos a optar por una ruptura diplomática si no estaba conforme.
Para Romero, el "forcejeo actual no se puede comprender sin observar la situación doméstica de ambos países".
"En Estados Unidos, los republicanos creen que (el presidente Barack) Obama ha sido débil frente a Chávez y su expansión en América Latina. En Venezuela se habla de radicalizar la revolución y acabar con el imperialismo estadounidense", dijo.
Para Mauricio Cárdenas, experto en América Latina del Instituto de estudios políticos Brookings de Washington, más allá del caso Palmer, en el gobierno estadounidense hay una "preocupación mayor": ¿qué ocurrirá en Venezuela hasta las elecciones presidenciales de 2012?
"La ley que habilita a Chávez para legislar, las limitaciones a la oposición: Todo eso va a hacer muy difícil para Washington mantener una buena relación. La diplomacia estadounidense no quiere convertirse en una fuente de legitimidad para Chávez y navegar esa línea delgada, de hacer algo pero no mucho, es difícil", opinó.
Según el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Philip Crowley, Palmer sigue contando con todo el apoyo de su gobierno.
"Estamos dispuestos a seguir así por tiempo indefinido", aseguró lacónicamente.
Pero según Romero, prolongar este 'impasse' no favorece a nadie. "Es necesario un empujón diplomático. La única salida es que ambos países nombren negociadores o que gobiernos interesados en que esta situación no pase a mayores ayuden a reconstruir la relación", estimó.
A la negativa "irrevocable" del gobierno venezolano de aceptar al embajador nominado por Estados Unidos, Larry Palmer, y la intención de Washington de seguir apoyando su candidatura se sumaron en estos días los comentarios de portavoces norteamericanos sobre la política interna del país sudamericano.
"El imperio (Estados Unidos) está desesperado (...) Pero no van a poder debilitar el prestigio de Venezuela en el concierto internacional", zanjó el presidente Hugo Chávez en estos días.
La semana pasada, el subsecretario adjunto estadounidense para América Latina, Arturo Valenzuela, consideró "preocupante" y "antidemocrática" la ley aprobada en diciembre por un Parlamento oficialista en funciones para otorgar a Chávez poderes para legislar durante 18 meses.
"Creo que ha habido un despertar de parte de Estados Unidos hacia la situación venezolana. Hasta ahora, se había hecho la vista gorda a los atropellos a la Constitución y a los derechos humanos pero ahora se muestra preocupación", declaró a la AFP el ex embajador venezolano ante la ONU, Adolfo Tayhardat.
"La situación diplomática está en punto muerto pero no afectará a las relaciones comerciales. Chávez no se atreverá a romper relaciones con Estados Unidos porque incluso internamente habría una fuerte reacción", agregó.
Pese a los esfuerzos de diversificar el destino de su petróleo, Venezuela vende diariamente a Estados Unidos más de un millón de barriles de crudo, sobre una producción total de 3 millones, según cifras de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Venezuela es además el tercer mercado para las exportaciones estadounidenses en América Latina.
Para el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Carlos Romero, Caracas intenta diversificar el destino de su petróleo mientras Estados Unidos "hace un cerco a Venezuela aproximándose a países amigos como Ecuador o Bolivia".
"Pese a que hay un sector cercano a Chávez que sí apostaría por romper relaciones con Estados Unidos, el gobierno venezolano calcula que esta decisión no sería respaldada por la región, incluyendo a Cuba. Venezuela se quedaría sólo y sin dólares", resumió Romero.
Con respecto a Palmer, unas declaraciones sobre Venezuela durante su proceso de ratificación provocaron la retirada del beneplácito por parte de Chávez, quien retó a Estados Unidos a optar por una ruptura diplomática si no estaba conforme.
Para Romero, el "forcejeo actual no se puede comprender sin observar la situación doméstica de ambos países".
"En Estados Unidos, los republicanos creen que (el presidente Barack) Obama ha sido débil frente a Chávez y su expansión en América Latina. En Venezuela se habla de radicalizar la revolución y acabar con el imperialismo estadounidense", dijo.
Para Mauricio Cárdenas, experto en América Latina del Instituto de estudios políticos Brookings de Washington, más allá del caso Palmer, en el gobierno estadounidense hay una "preocupación mayor": ¿qué ocurrirá en Venezuela hasta las elecciones presidenciales de 2012?
"La ley que habilita a Chávez para legislar, las limitaciones a la oposición: Todo eso va a hacer muy difícil para Washington mantener una buena relación. La diplomacia estadounidense no quiere convertirse en una fuente de legitimidad para Chávez y navegar esa línea delgada, de hacer algo pero no mucho, es difícil", opinó.
Según el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Philip Crowley, Palmer sigue contando con todo el apoyo de su gobierno.
"Estamos dispuestos a seguir así por tiempo indefinido", aseguró lacónicamente.
Pero según Romero, prolongar este 'impasse' no favorece a nadie. "Es necesario un empujón diplomático. La única salida es que ambos países nombren negociadores o que gobiernos interesados en que esta situación no pase a mayores ayuden a reconstruir la relación", estimó.
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