Mientras Chacumbele disertaba sobre el "amorismo", un helicóptero pasó cerca de las carpas colocadas en terrenos de La Carlota y el viento de sus aspas hizo volar varias de ellas. Risible como es el caso, no deja de ser un símbolo patético del "amorismo", la novedosa doctrina del Gran Líder
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
El domingo, mientras Chacumbele disertaba sobre el "amorismo", un helicóptero pasó cerca de las carpas colocadas en terrenos de La Carlota y el viento de sus aspas hizo volar varias de ellas. Risible como es el caso, no deja de ser un símbolo patético del "amorismo", la novedosa doctrina del Gran Líder. El neologismo, que este pretende derivar de la palabra "amor", en verdad corresponde a "ineficiencia" e "improvisación".
Los damnificados que le reclaman a Chacumbele los años que tienen esperando en los refugios la vivienda prometida; los de ahora, que se están devolviendo a las peligrosas áreas que debieron abandonar antes que continuar en los inhumanos recintos donde los recluyeron; todas estas personas que alguna vez fueron denominadas con el término de "dignificados" -que ahora suena sangrientamente irónico y del cual su creador ya no quiere ni acordarse-, deben haber visto en las carpas volando el emblema de la precariedad de las políticas oficiales para atender este drama humano.
Meter gente a vivir bajo esas lonas, que aparte de techo no proporcionan nada más, durante quién sabe cuántos años, mientras el Gran Líder construye las viviendas que nunca hizo, constituye un acto de verdadera irresponsabilidad. Nadie piensa que en el corto plazo sea posible instrumentar soluciones definitivas, pero es que van doce años.
Doce años de fracaso habitacional, de negligencia en la construcción de las obras de infraestructura dirigidas a reducir los riesgos de tragedias, de olvido de la necesidad de refugios adecuados. Es imperdonable.
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
El domingo, mientras Chacumbele disertaba sobre el "amorismo", un helicóptero pasó cerca de las carpas colocadas en terrenos de La Carlota y el viento de sus aspas hizo volar varias de ellas. Risible como es el caso, no deja de ser un símbolo patético del "amorismo", la novedosa doctrina del Gran Líder. El neologismo, que este pretende derivar de la palabra "amor", en verdad corresponde a "ineficiencia" e "improvisación".
Los damnificados que le reclaman a Chacumbele los años que tienen esperando en los refugios la vivienda prometida; los de ahora, que se están devolviendo a las peligrosas áreas que debieron abandonar antes que continuar en los inhumanos recintos donde los recluyeron; todas estas personas que alguna vez fueron denominadas con el término de "dignificados" -que ahora suena sangrientamente irónico y del cual su creador ya no quiere ni acordarse-, deben haber visto en las carpas volando el emblema de la precariedad de las políticas oficiales para atender este drama humano.
Meter gente a vivir bajo esas lonas, que aparte de techo no proporcionan nada más, durante quién sabe cuántos años, mientras el Gran Líder construye las viviendas que nunca hizo, constituye un acto de verdadera irresponsabilidad. Nadie piensa que en el corto plazo sea posible instrumentar soluciones definitivas, pero es que van doce años.
Doce años de fracaso habitacional, de negligencia en la construcción de las obras de infraestructura dirigidas a reducir los riesgos de tragedias, de olvido de la necesidad de refugios adecuados. Es imperdonable.
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