Hay quienes viven de coleccionar las sobras metálicas de la ciudad. Vagan por las avenidas y recuperan pedazos de hierro, cables retorcidos, latas de cervezas aplastadas por los autos.
Son los vendedores de chatarras, que obtienen sus ganancias al vender a empresas recuperadoras las huellas del abandono. Algunos son chavistas y apostaron sus sueños a un futuro que en doce años se les oxidó. Foto: Saúl Uzcátegui/TalCualDigital
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