HATTERAS, EEUU, AFP — Millones de personas se preparaban este viernes en la costa este de Estados Unidos, especialmente en Nueva York, para el arribo del huracán Irene, que se dirige hacia la zona costera estadounidense tras haber dejado cinco muertos a su paso por el Caribe.
Irene ingresó a Estados Unidos produciendo un oleaje intenso en el noreste de Florida mientras avanzaba "ligeramente debilitado", como huracán categoría dos, con vientos de 175 km/h hacia las costas de Carolina del Norte, donde se prevé que llegue el sábado en la mañana, informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC), con sede en Miami.
Las autoridades de los Estados que van desde Carolina del Norte hasta Nueva York decretaron el estado de emergencia el jueves, y decenas de miles de personas han recibido órdenes de evacuación.
"Es necesario que la gente comprenda que no hay mucho más tiempo y que hay que estar listos", advirtió el jefe de la agencia federal para situaciones de emergencia, Craig Fugate. Unos 65 millones de personas habitan en las zonas amenazadas por el pasaje del huracán.
A las 12H00 GMT del viernes el centro de Irene se ubicaba sobre las costas del Atlántico de Florida, a unos 600 km al suroeste de
Cabo Hatteras, en Carolina del Norte y se trasladaba hacia el norte a una velocidad de 22 km/h, según el reporte.
El huracán dos en la escala de cinco categorías Saffir-Simpson "es posible que se reintensifique durante el día", precisó el NHC.
Meteorólogos han insistido que el ciclón puede reforzarse en cualquier momento debido a estos mares de aguas calientes que alimentan el fenómeno.
Desde que Irene pasó de tormenta tropical a huracán, el lunes, ha dejado al menos dos muertos en Haití, otros dos en República Dominicana y uno en Puerto Rico, donde los daños se estimaron en más de 500 millones de dólares, según el gobernador Luis Fortuño.
En su trayecto, Irene va produciendo condiciones de tormenta tropical y es posible que toque tierra en Carolina del Norte, pero si se mantiene el sábado en el mar, remontará hacia el norte en dirección a Nueva York donde "una tormenta extremadamente peligrosa" --según los servicios meteorológicos-- podría provocar elevaciones del mar de entre 3 a 4 metros.
La inauguración del Memorial Martin Luther King, que debería efectuarse el domingo en Washington, fue suspendida hasta el otoño boreal debido a la amenaza del huracán. Unas 250.000 personas eran esperadas para esa celebración y el presidente Barack Obama iba a pronunciar un discurso en esa ceremonia.
Mientras en el Caribe están acostumbrados a estos fenómenos, para el noreste de Estados Unidos es ajeno porque suele escapar a estas depresiones. El huracán Gloria, en 1985, fue el último ciclón que azotó Nueva York, ciudad además sacudida esta semana por un extraño sismo.
El alcalde de la ciudad ordenó la noche del jueves la evacuación de varios hospitales y casas de retiro y exhortó a los neoyorquinos a almacenar productos de primera necesidad, en la perspectiva de que el huracán azote a la ciudad el domingo.
Advirtiendo que Irene podría ser "muy peligrosa", el alcalde Michael Bloomberg no excluyó la evacuación de algunas zonas costeras vulnerables en Brooklyn, Queens, Staten Island y el sur de Manhattan. Esto podría involucrar a unas 200.000 personas, pero el sábadose tomará la decisión final.
El alcalde subestimó cualquier amenaza para los célebres rascacielos de la "Gran Manzana": "Los grandes inmuebles están concebidos para soportar vientos muy violentos", dijo.
La red ferroviaria Amtrack suspendió todas sus líneas al sur de Washington y las autoridades federales han almacenado millones de kilos de alimentos y litros de agua para atender a las personas evacuadas.
Las fuerzas armadas hicieron saber que 98.000 miembros de la Guardia Nacional están listos a intervenir y la marina decidió enviar al mar a todas sus naves amarradas en el puerto de Hampton Roads, en Virginia.
En el litoral de Carolina del Norte, en las Outer Banks, una franja de arena de más de 150 km de longitud, las autoridades comenzaron el miércoles a evacuar a los turistas.
"Esto podría ser un gran huracán, por lo cual debemos tomarlo muy en serio", explicó la gobernadora de Carolina del Norte, Bev Perdue.
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