Imagen capturada de la TV de Trípoli cort. de AP
El régimen de Gadafi puede estar viviendo sus últimas horas. El avance de los rebeldes es imparable y como prueba de ello es que un portavoz de lo poco que queda del Gobierno pidió ayer a los rebeldes el alto el fuego y negociar directamente con el jefe del Consejo Nacional de Transición de los rebeldes. El mismo portavoz se atrevió, incluso, a hacer una petición a la OTAN: que convezca a los rebeldes de que detengan el fuego. Todo ello, en medio del imparable avance militar sobre la capital libia, Trípoli, y los bombardeos aliados.
Gadafi está solo. Ahora más que nunca. Los rebeldes capturaron ayer cuando avanzaban y entraban en Trípoli a dos de sus hijos: Saif Al-Islam y Saadi. Y además, su guardia personal se rindió. Así lo anunció anoche la cadena de televisión Al Jazeera, información que fue confirmada por los rebeldes. La caída de sus dos hijos y de la temible guardia personal puede suponer el punto y final en su futuro, ahora más negro que nunca. Por eso no extrañan ya las peticiones de diálogo, nunca vistas en seis meses de conflictos. Compuesta por mercenarios curtidos en las guerras que han destruído parte del continente africano en las dos últimas décadas, la guardia era su principal valedor en el país y sólo rendía obediencia a Gadafi y sus hijos, principalmente Saif.
Al cierre de esta edición, el paradero de Gadafi era una incógnita. Sin embargo, de forma significativa, portavoces del Departamento de Estados norteamericano pedían a los rebeldes que comenzasen ya a planear «la era postgadafi». Portavoces del Gobierno británico reclamaban a Gadafi que se fuese «para poner fin a tanto sufrimiento».
Las tropas rebeldes avanzan con apoyo coordinado de la OTAN y parece que de forma imparable, según recogían anoche los corresponsales desplazados en la periferia de Trípoli. Portavoces del Ejecutivo de Gadafi cifraban en casi 1.700 los muertos por los combates a lo largo del domingo. Las fuerzas rebeldes han llegado al lugar con el que soñaban desde que el pasado 17 de febrero se alzaron contra Gadafi: Trípoli. Incluso ayer de madrugada alcanzaban la Plaza Verde, el lugar desde el que Gadafi se dirigía a sus fieles.
Bengasi ha ejercido de capital de la nueva Libia durante demasiado tiempo y es el momento de izar la bandera tricolor en la ciudad más importante del país y auténtico símbolo del régimen. Tan importante como los combates es la complicidad de los civiles; por eso, cuando en la noche del sábado miles de personas se echaron a las calles para mostrar su apoyo a la revolución desafiando a las fuerzas de seguridad del régimen, los rebeldes comprendieron que había llegado el momento de avanzar y empezaron los ataques, que continuaron durante toda la jornada de ayer.
Desde Bengasi los responsables del Consejo Nacional Transitorio informaron de que «hay combates en siete barrios distintos y la base aérea de Mitica está en nuestro poder». Dos de las zonas que primero se levantaron fueron Abu Sita y Souq Al Yumaa, donde ya se habían producido pequeños desórdenes en los momentos iniciales de la revolución. Mientras los opositores combaten a pie de calle, la OTAN sigue con su trabajo de desgaste, y una jornada más volvió a bombardear el cuartel general de Gadafi en Bab Al Aziziya y otras posiciones militares en los alrededores de una capital cercada.
Los rebeldes avanzaron una jornada más desde el oeste y dejaron atrás Zawiya para conquistar sin apenas tener que combatir, según la agencia Associated Press, la base militar de la Brigada Jamis, a tan solo veinte kilómetros de la capital. Este es uno de los cuarteles generales de la unidad especial de Jamis, hijo de Gadafi, que hasta el momento era una de las mejor equipadas de las fuerzas leales al régimen. Los rebeldes consiguieron hacerse con un auténtico arsenal que podrán emplear en su asalto a la capital. Desde el sur, las unidades opositoras se están reagrupando en Ghariam, desde donde podría producirse una nueva ofensiva en las próximas horas.
Mientras la derrota militar parece cada vez más clara y la lista de altos cargos que optan por huir amenaza con seguir creciendo, Gadafi volvió a dirigirse a los suyos a través de un mensaje grabado de audio para asegurarles que «me quedaré hasta el final» y hacer un llamamiento para que «los libios de todas las provincias acudan a defender Trípoli».
Como ha sido una constante del régimen en los últimos años, el mensaje duro de Gadafi tuvo una réplica más suave. Horas antes de su captura, su hijo Saif al Islam, que estaba llamado a sucederle como máximo dirigente del país,ofreció una entrevista a la cadena pública de televisión en la que hizo un llamamiento al «diálogo con las fuerzas de la oposición» y reiteró que «de ninguna forma nos rendiremos». Son las dos caras del un régimen al que parece que no le va a funcionar más esta estrategia de lanzar mensajes opuestos para intentar contentar a todas las partes y de esta forma perpetuarse en el poder.
Cort. ABC.es
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