Cuando la Vinotinto estaba jugando el Puerto La Cruz hubo un apagón. Luego, fue el básquet que en pleno juego se fue la luz. El deporte nacional no ve luz, ni el oro de esta "generación" logra darle brillo cuando Corpoelec ha mutado en una iguana grande, gorda y comecable
Hace unos días fue la Vinotinto en tremendo apagón en Puerto La Cruz. El miércoles en la noche fue el básquet. Segundo juego de la final entre Trotamundos y Marinos. 15 segundos para terminar el juego. Y zas, se va la luz. La Caldera del Diablo, como le llaman al recinto, se quedó a oscuras. Belcebú debió prender la leña de esa caldera porque la luz eléctrica no volvió más.
Suspendido el partido por completo, los 15 segundos restantes se disputarán la semana que viene. Qué pena, qué oscurana. A ver si el musculote gobernador Tarek William Saab, que defiende a la revolución de aquellos cinco motores (todos a gasoil y ninguno a corriente, suponemos) hace algo para garantizar que el juego de fútbol con Chile a disputarse el 9 de julio en la misma ciudad no se quede a oscuras.
El deporte nacional no ve luz, ni el oro de esta "generación" logra darle brillo cuando Corpoelec ha mutado en una iguana grande, gorda y comecable. Los chilenos y César Farías que se preparen con sus linternas y velas, cuidado con la grama. Vayan pidiendo sus lentes de visión nocturna a la federación patrocinada ahora, irónicamente, por Pdvsa. Acuérdense que hasta en Miraflores falló la electricidad durante una rueda de prensa. Es el mejor ejemplo del oscurantismo criollo.
TalCualDigital
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