El triunfo de Pastor Maldonado en la Fórmula 1 se empaño de rojo rojito. El Discurso oficialista busca que el éxito deportivo sea percibido como del Psuv y de Chávez. La posibilidad de celebrar un triunfo deportivo está sujeta a la operatividad de odio impuesta en la sociedad
KEILYN ITRIAGO MARRUFO/TalCualDigital
La alegría de los venezolanos por el triunfo de Pastor Maldonado en la Fórmula 1 el pasado domingo vino a empañarse por la pretensión y el empeño de darle un tinte político a una victoria del talento y el esfuerzo apoyados por una empresa que pertenece al país y no a Hugo Chávez. Pero el pecado no ha sido solo del lado del oficialismo, sino también de un sector de la oposición que equivocadamente ha querido llamar la atención sobre un exagerado patrocinio, minimizando la hazaña.
Desde que el Presidente de la República anunció en diciembre de 2010 que Pdvsa sería patrocinante de Maldonado en la F-1, comenzó el revuelo entre los rojos rojitos. El piloto criollo comenzó a verse en las calles, en afiches de campañas ciudadanas en el Metro de Caracas y fue cada vez más nombrado por el primer mandatario.
La exhibición de Maldonado en el Paseo Los Próceres a bordo del FW32 (auto de la escudería Williams de la temporada. 2010), fue según Chávez la primera oportunidad en la que los venezolanos pudieron disfrutar de ver maniobras que se hacen a bordo de un F1. "Otro logro de la revolución".
Pero la mayor desfachatez fue haber sumado ese histórico día en el que por primera vez se escuchó el Himno Nacional en la Fórmula 1 a la gestión del Gobierno. Una avalancha de felicitaciones circularon en las redes sociales en las que fue imposible separar a la figura presidencial. "!Viva Pastor! Viva Chávez carajo. Gana Pastor con apoyo de PDVSA. Ahora la Vinotinto!!", escribió el ministro Andrés Izarra en su cuenta de Twitter.
El día martes circuló en varios diarios, hasta con dos páginas completas, avisos rojitos titulados "¡Pa ´lante Pastor!", alusi- vos al lema usado a comienzos de la enfermedad de Chávez: "¡Pa ´ lante co- mandante!". El rostro del mandatario nacional también posó en varios afiches y pendones desplegados esta misma semana junto al piloto. Y ayer, en cadena nacional, también se festejó el triunfo de Maldonado, como un acierto de la Revolución.
TÍPICO DE AUTORITARISMOS
Sustituir lo que es un triunfo del país por el de un proyecto político, es para el sociólogo Tulio Hernández una perversión que no es nueva. "Uno de los rasgos de los gobiernos totalitarios, aunque el de nosotros es un totalitarismo moderno, es la utilización del triunfo deportivo como una forma de reivindicar la supremacía del grupo político en el poder.
No olvidemos que los primeros juegos políticos transmitidos en la televisión fueron los de Hitler. Y uno de los usos que intentaba el nazismo era mostrar el éxito deportivo alemán como una prueba de éxito nacional", explica.
No por casualidad, apunta Hernández, el Gobierno sacó de juego a Polar de la Vinotinto, luego de una evidente presión a la Federación. Lo hizo porque le costaba apropiarse de los triunfos de la selección.
La investigadora de opinión pública y profesora de comunicación política, Mariana Bacalao, asegura que más allá de cualquier intento de adjudicación del triunfo o endoso a particularidades, hay que entender que el apoyo a las figuras artísticas o deportivas puede tener buenos resultados, y este es uno de esos casos. "Pdvsa no es la farmacia ni la bodega de nadie sino que es la empresa petrolera de los venezolanos", señala.
EL RECHAZO
Desde el año pasado, cuando el deportista aún no había brillado con esplendor, la "Orden de Compra" entre la empresa estatal y la escudería inglesa Williams comenzó a causar molestia en la oposición venezolana. Algunos personajes políticos, entre ellos la diputada María Corina Machado, cuestionaron los 46 millones de dólares más otros 20 millones de dólares en viáticos necesarios para renovar su participación en el campeonato. Recientemente los señalamientos han seguido y se han acentuado. La última publicación del ex líder estudiantil, Yon Goicoechea, estuvo cargada de un fuerte rechazo no sólo al talento del criollo sino a los bonos "exorbitantes" y las desventajas de otras disciplinas deportivas.
Hernández lamenta esta satanización del triunfo, porque de alguna manera le hace el juego al discurso del Gobierno. "Esto muestra un estado lamentable, de un país que cada vez tiene menos razones para sentirse parte de una misma historia por esta especie de gramática del odio que ha impuesto el proyecto militarista", aseveró.
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