La foto posada de un sonriente Rafael Ramírez luego de que los bomberos, y no él, apagaran el incendio es poco menos que un despropósito. Sobre los cadáveres de 42 muertos, según cifras oficiales, las heridas de más de 100 personas y las lágrimas de quienes perdieron familiares, viviendas, enseres y tranquilidad, el ministro ríe
Las tragedias hay que tratarlas con respeto. Respeto a las víctimas, a los familiares, a los heridos, a los afectados y a toda la colectividad que se haya estremecido por algún suceso fuerte. Pero el Gobierno no respeta nada, ni considera al otro. Lo de ellos es pura política, pura pantalla, pura opereta.
La foto posada de un sonriente Rafael Ramírez luego de que los bomberos, y no él, apagaran el incendio es poco menos que un despropósito. Sobre los cadáveres de 42 muertos, según cifras oficiales, las heridas de más de 100 personas y las lágrimas de quienes perdieron familiares, viviendas, enseres y tranquilidad, el ministro ríe.
Muy al estilo de Rizarrita que le puso carcajadas a los muertos de cada semana por la inseguridad. Claro que hay alegría al apagar el incendio, claro que los bomberos (y no Ramírez, pescueceando) merecen su reconocimiento.
Pero no así. Vaya un desagravio a los afectados.
Cort. TalCualDigital
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