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A las tres de la tarde, Juan Pablo M. siente que el cuerpo no le funciona más
La espera en las horas huecas y las clases de matemática avanzada que recibió hasta mediodía en la universidad lo dejaron exhausto. Para sobrevivir a la jornada vespertina, acude a la máquina expendedora de golosinas y escoge una bebida energizante.
Cuando no le alcanza para adquirir este producto suele tomar un café para ‘despertarse’. Walter Rodríguez, médico internista, explica que la sensación de aumento de concentración y energía se debe a que estos productos contienen cafeína, que es un estimulante del sistema nervioso central.
“Este elemento bloquea la percepción natural de cansancio por un tiempo determinado”. El problema, según el especialista, es que al no tener esa percepción se elimina un mecanismo de defensa que obliga a la persona que se proteja, descanse y evite daños por el sobre esfuerzo físico o mental. Las bebidas energizantes también contienen taurina (antioxidante que mantiene el nivel muscular) y vitaminas del grupo B (relacionadas con el funcionamiento del metabolismo).
Su consumo excesivo puede producir mareo, fatiga, náuseas, vómito y sobre todo taquicardia. Rodríguez cita el caso de uno de sus pacientes que trabajaba conduciendo un camión y para no dormir tomaba bebidas energizantes. Con el tiempo, sufrió un colapso y se desmayó mientras conducía. La consecuencia del consumo reiterativo de estos productos le provocó una arritmia cardíaca (alteración del ritmo normal del corazón).
El galeno señala que otro de los riesgos es que la cafeína es adictiva y puede crear dependencia. Además, puede irritar el estómago o provocar acidez gástrica. Este compuesto está presente, en menor cantidad, en el café, té y algunos medicamentos. Por esta razón, la Agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) estableció que la medida recomendada de café en un adulto es de tres tazas al día.
En los niños, embarazadas, personas de la tercera edad o que sufren de hipertensión, la FDA sugiere evitar esta bebida. La nutricionista Nora Falconí explica que existen otras formas de ‘recargar la batería’ sin exponerse. En cuestión de líquidos recomienda el agua o los zumos naturales de frutas, porque vuelven al organismo más dinámico y potencian el sistema inmunológico.
Sugiere jugar con los colores y sabores, mezclando varios frutos. Por ejemplo, licuar mango, frutilla, naranja, miel de abeja y un poco de hielo. Esta mezcla es rica en antioxidantes y ayuda a la buena digestión por la cantidad de fibra que contiene.
Otra opción para obtener mayor vitalidad es comer un pan integral con mermelada. Joanna Granda Montenegro, médica nutrióloga, comenta que con el tiempo se han ido descubriendo otros elementos con propiedades energizantes, entre ellos la raíz del gingseng, el jengibre, la canela, el ginko bilova y aquellos compuestos producidos por las abejas: miel, polen y jalea.
Para las tardes, que es cuando la pereza o el hambre se aparecen con más fuerza, Granda sugiere consumir de 10 a 15 unidades de frutos secos (macadamias, avellanas, nueces, almendras, maní y más). Se las debe comer una por una, “masticándolas como ratón”. Esto ayudará a bajar el grado de ansiedad. Los especialistas coinciden en que el ejercicio físico es fundamental para estar más activos durante el día. Sugieren 30 minutos diarios de caminata o aeróbicos, de preferencia en la mañana.
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