Un paraíso socialista, en medio de un exenclave soviético, podría ser el próximo destino del líder venezolano.Transnistria es el sueño de todo autócrata hecho realidad. Y además, todo se hace en secreto y a conveniencia
MARIO SZICHMAN/ Especial para TalCual
Muchos se preguntan qué hará el presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías si pierde las elecciones del 7 de octubre. Y aunque él insiste en que las encuestas lo siguen favoreciendo, hay signos de que la victoria no está asegurada. Para usar las palabras de Mirabeau, Chávez recuerda a un viejo ídolo en su bóveda: "Cada vez tiene menos feligreses, y ha sido despojado de un culto".
Pero si Chávez pierde, seguramente no se marchará a cuarteles de invierno. Querrá seguir en el candelero, aunque la estadía en Venezuela se le hará difícil. Ningún admirador le seguirá festejando el añejo repertorio de sus chistes. Además, ¿quién se va a animar a invitarlo a una fiesta?, ¿para que lo haga quedar mal con sus invitados? Si Chávez no puede salvar el planeta en los próximos seis años tendrá problemas.
Sin el incentivo de exhumar próceres para demostrar que sus rasgos fueron alterados a fin de borrar todo parecido con él, sin la posibilidad de lamentar la caída de los puentes, el desborde de ríos contaminados, o las explosiones de refinerías causadas por el exceso de mantenimiento, el margen de maniobra del futuro expresidente venezolano será bastante menguado. Pero existe una posibilidad: comprar un país, y gobernarlo a pluma alzada. Afortunadamente el país existe: se llama Transnistria, y está a precio de gallina flaca.
UN PAÍS COMO NO HAY DOS
Si el lector de Tal Cual intenta encontrar a Transnistria en un mapa le será difícil. Parafraseando a Herman Melville, podríamos decir que "No figura en mapa alguno, pues los lugares reales nunca figuran en los mapas". Pero Transnistria es un lugar real.
Tiene un área de 4.163 kilómetros cuadrados, una población de 518.000 personas, un prócer en su estatua ecuestre, Alexander Suvorov, fundador de la moderna Tiraspol, su capital, y una bandera roja, donde se entrelazan la hoz y el martillo. También cuenta con un himno, donde se celebran toda clase de inexistentes victorias militares.
Hay, obviamente, lugares parecidos a Transnistria. Que en la lengua inglesa han sido rebautizados como shitholes. Pero no existe nada que posea un atractivo similar para una figura del calibre del presidente Chávez. Transnistria carece de internet, y todos los teléfonos están pinchados. La prensa es tan obsecuente que, en comparación, hasta Venezolana de Televisión parece un canal serio. Todo, todo, todo en Transnistria es secreto, sigiloso, o cuchicheado.
EL PARAÍSO DE EUROPA ORIENTAL
Transnistria es el sueño de todo autócrata hecho realidad. Además de contar con un prócer máximo, abunda en estatuas de Lenin, el padre fundador de la Revolución Bolchevique, Y además, todo se hace en secreto. Inclusive su principal club de fútbol es un secreto de Estado. Fue fundado en 1997 por Viktor Gushan, un ex miembro de la KGB, la agencia de seguridad nacional de la Unión Soviética.
La moneda de Transnistria, el rublo, es casi tan respetada como el Bolívar fuerte. Y, por las mismas razones, no circula fuera del país. Y al parecer, tampoco adentro, porque tiene el mismo valor que el papel mojado.
En Transnistria es muy difícil que se caiga un puente, porque las autoridades han decidido no construir puentes, para evitar que se caigan. Y sus caminos de tierra han sido rebautizados autopistas.
Se ha descubierto que la tierra es mejor que el asfalto para las autopistas. Es muy posible que un carro se caiga en un hueco de algunas de las numerosas ex autopistas de Venezuela, y desaparezca como tragado por arenas movedizas. En cambio en Transnistria, donde todo es de tierra, cualquier hueco es apisonado haciendo rodar un grueso tronco de árbol tirado por dos caballos.
Inclusive hay una potencia foránea que provee a Transnistria de la protección, servicios secretos, control de la documentación de los ciudadanos, vigilancia y espionaje necesarios para controlar las ovejas descarriadas: es Rusia.
Con apenas un 10 por ciento del petróleo que el presidente Chávez distribuyó entre naciones necesitadas del primer mundo, como Estados Unidos y Gran Bretaña, y también del tercer mundo, estaría en condiciones de comprar Transnistria, su presidente, su parlamento, y hasta el equipo de fútbol Sheriff Tiraspol, su mayor y única gloria.
LOAS AL DEPORTE
A comienzos de la década del noventa, Transnistria libró una guerra por la independencia con Moldavia, parte de un ex estado soviético situado entre Ucrania, al este, y Rumania, al oeste.
Los moldavos no querían saber nada con Rusia. En cambio, los transnistrianos o al menos sus dirigentes deseaban seguir formando parte de la madrecita Rusia. En 1992, concluyó la guerra entre Moldavia y Transnistria, con un empate, y Transnistria decidió cultivar el estilo de vida soviético. Los rusos quedaron encantados. De inmediato firmaron un pacto para seguir manteniendo una base militar, a fin de proteger a Transnistria de las ambiciones hegemónicas de los moldavos. La bandera de Transnistria pudo seguir ostentando con orgullo la hoz y el martillo, y su equipo de fútbol, el Sheriff Tiraspol, se convirtió en una sensación del día a la noche.
Como nadie reconoce a Transnistria a nivel institucional, su equipo de fútbol podría haber desaparecido sin pena ni gloria, excepto por un detalle: la Liga de Fútbol de Moldavia, su archienemigo, lo aceptó en sus filas. Craso error.
El Sheriff Tiraspol ha ganado 11 de los 12 títulos de la Liga de Fútbol de Moldavia. Y a través del triunfo en esos campeonatos ha conseguido participar en la Liga de Campeones de Europa. Y se ha enfrentado a famosos conjuntos, como el Dínamo Zagreb, de Croacia, y al Olímpico, de Marsella.
Pese a su popularidad, y a su creciente fama, todo lo concerniente al Sheriff Tiraspol es un secreto de estado. Su administración es casi tan transparente como Pdvsa. Nadie sabe a dónde van a parar los reales. Y el hermetismo no es sólo patrimonio de su fundador, el ex agente de la CIA Gushan.
Mihi Sitnic, un experto en fútbol que vive en Moldavia, dijo a The New York Times que: "Cada club de fútbol europeo quiere promover su producto al mundo. Excepto el Sheriff Tiraspol".
Y la sospecha, el rumor y la paranoia campean soberanos, como en la mejor época de la Unión Soviética. "Nadie, ni los simpatizantes del equipo, ni los jugadores, ni el hombre de la calle, quieren hacer declaraciones", dijo el periódico. ¿Existe otro país mejor que Transnistria para gobernar en el interregno de Capriles? El presidente Chávez no debería descartar esa opción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario