SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Basta comparar los programas electorales de ambos candidatos para percibir las profundas diferencias existentes entre los dos grandes bloques en que Chacumbele ha dividido al país.
El programa del presidente-candidato constituye un montón de generalidades, con una única proposición concreta: ¡nada menos que salvar al planeta Tierra del capitalismo! El resto es clara muestra de alguien que ya no tiene nada que decir y su discurso se ha tornado vacío y repetitivo de vaciedades.
El discurso de Chacumbele está agotado, tal como su gobierno. Por el contrario, el programa de Henrique Capriles, pragmático y no ideológico, a partir de un diagnóstico del país y sus males, desgrana un vasto conjunto de proposiciones específicas de políticas públicas, dirigidas a atender los más acuciantes de los problemas nacionales, con énfasis particular en educación y salud, sectores que en su gobernación de Miranda fueron tratados con gran éxito.
Ambos grupos dirigentes encarnan las dos Venezuelas. Una, que se esfuerza ridículamente en seguir presentándose como "nueva", a pesar de que son ya tres lustros los que tiene en el poder y, que, no obstante ello, no tiene nada nuevo que decir, excepto promesas tan singulares como esa de Chacu de que "promete ser un mejor Presidente".
Tuvo quince años para demostrar qué tan bueno puede ser y fracasó. Seis años más serían para evidenciar que todavía se puede tocar más fondo y que puede ser peor de lo que ya ha sido. La otra Venezuela, sin ambiciones galácticas, pone la mira en lo concreto, en la vida diaria de cada quien y propone cosas prácticas para resolver problemas, que, en definitiva, es lo que espera la gente.
El 7-0 el dilema está claro. Progreso o estancamiento y retroceso son las opciones.
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