viernes, 2 de noviembre de 2012

Otra de las señoras/Simón Boccanegra 02nov12

El periodo para hacer modificaciones electorales se cerró el 15 de octubre. Pero las señoras no obedecen otra ley que la Voz del Amo y como este quería un cambio para que uno de sus pupilos estuviera en el tarjetón, dio la orden correspondiente y las señoras obedecieron. En el CNE no tienen compón y andan haciendo de las suyas

SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Estas señoras del CNE no tienen compón. Todavía no se ha extinguido el revuelo causado por las migraciones chimbas de los candidatos chavistas a seis gobernaciones, junto con sus familiares y allegados, hasta hacer un número de 108, cuando vuelven por sus fueros, en otro acto típico de abuso de poder, al decidir modificar el tarjetón electoral del estado Trujillo, para sustituir la foto del exgobernador Cabezas por la del general Rangel Silva, nuevo candidato, dedocráticamente elegido.

El periodo para hacer modificaciones de este tipo se cerró el 15 de octubre y la ley prohíbe la violación de esta fecha límite. Pero las señoras no obedecen otra ley que la Voz del Amo y este quería que su pupilo estuviera en el tarjetón, así que dio la orden correspondiente y las señoras obedecieron. El general verá su vera efigie en el tarjetón. Pero este no es el problema.

El caso es que en este país la ley se aplica según las conveniencias de Yo El Supremo, o sea que, en verdad, no hay ley ni Constitución, sino la voluntad y los caprichos de Chávez transmutados en ley y Constitución. La impudicia de las señoras del CNE es inenarrable. Ni siquiera cubren las formas. Es el relajo más absoluto y una falta de escrúpulos que no se detiene ante nada.

Este caso, que la señora Socorro Hernández también considerará "insignificante", se suma a la inmensa lista de abusos de poder y de arbitrariedades que caracteriza al gobierno de Chávez y que, peor que todo, humilla al país y sus gentes. "Soy el dueño del país y hago lo que me da la gana" razona Chacumbele y cuenta para ello con diligentes funcionarios que transforman los deseos del capo en actos. La gente no cuenta. Ni la que lo adversa ni la que lo apoya.

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