Por: Fernando Rodríguez/TalCual
Seguramente habrá que sumar a nuestra truculenta identidad nacional el hecho de que es parte esencial de nuestras vidas votar a cada rato, al menos mientras vivamos en esta república. Ya tenemos fecha para las municipales, el 8 de diciembre.
Que, por cierto, resulta una gran necedad pensar que esa fecha produce alguna asociación provechosa para el régimen, ella no simboliza otra cosa que la última gran vaina que nos echó el Comandante Mayor, dejar de heredero al atolondrado de Maduro.
Aunque falten más de cuatro meses, no creemos que estas líneas sean intempestivas y ello por razones muy concretas. Por lo pronto, por su importancia, ya que dada la paridad de las fuerzas en pugna, y aún más la disputa por saber cuál es la verdadera mayoría, dichos comicios tienen un fuerte tinte plebiscitario. Asunto bastante importante ahora que, al parecer, se remodela el escenario político, para bien o para mal.
Pero hay más que eso. Debería ser también inminente el nombramiento de un nuevo Consejo Nacional Electoral, por el término del mandato de tres de sus rectores. Y bien ello puede convertirse en un verdadero test para saber en qué camino andamos, cuál es el verdadero talante político del gobierno que dialoga un día y atropella y abusa el otro. ¿Intentará repetir el estilo caníbal de nombrar cuatro conmilitones o tendrá la mínima decencia de conformar un ente que, en lo posible, se parezca a un árbitro honesto y neutral, no esta guarida de cómplices que tenemos, tanto más dada la correlación de fuerzas del 15 de abril?
He allí una primera batalla por rehacer un engranaje fundamental de la vida democrática.
La oposición tiene otros dos retos que llevarán tiempo e inteligencia solucionar. Uno es bastante interno, casero digamos: las primarias que se realizaron hace un tiempo ya bastante prolongado, producto de la elección presidencial sobrevenida, durante el cual bastante ha llovido y no va a ser del todo simple hacer compatible todas las decisiones de ayer con algunas realidades modificadas a la fecha.
Algo así como el dilema moral entre eficacia y palabra empeñada que se planteó en el caso del estado Monagas en las elecciones para gobernadores. No hay que redundar en que se necesita buena mano izquierda para arreglar asuntos como esos, sin que los costos sean demasiados altos.
El segundo dilema es mayor y más complicado: el hacer compatibles el fuerte cuestionamiento, la impugnación, hecho al CNE y a algunos de sus procedimientos, los que están más allá del acta de escrutinio electrónica y su correspondencia con los votos manuales, compatibilizarlo, decimos, con la necesidad de votar masivamente en esas elecciones, para encontrar justamente contundentes mayorías numéricas que puedan aplastar las triquiñuelas habituales del Poder indecente que padecemos. Que las mayorías opositoras entiendan que ese cuestionamiento, aún vigente, es un signo de fortaleza y firmeza de la Oposición y de su voluntad de exigir cada vez más honestidad y equidad en los procesos comiciales y que la tramposa, cobardona y contradictoria respuesta gubernamental es un signo de debilidad y de retroceso de su vocación de maula electoral.
Si a eso agregamos la enorme complejidad operativa que implica la elección de miles de cargos en la muy diversa geografía nacional debería entenderse que la tarea es perentoria y fundamental para enrumbar nuestro futuro político.
No hay comentarios:
Publicar un comentario