jueves, 6 de junio de 2013

Reservas líquidas de Venezuela caen a niveles críticos

ANTONIO MARÍA DELGADO/ADELGADO@ELNUEVOHERALD.COM
Los venezolanos están acostumbrados a pagar 5 centavos de dólar por un galón de gasolina, pero lo que no saben es que las reservas internacionales líquidas del país han caído a niveles críticos y equivalen apenas al monto de dos semanas de importaciones, lo que podría obligar al gobierno de Nicolás Maduro a endeudarse más y a adoptar nuevas medidas económicas que podrían incluir una devaluación.


“Apenas estamos empezando a rodar por el barranco y queda aún un buen trecho por rodar”, advirtió Francisco Ibarra, director de la firma de asesores Econométrica, señalando que Venezuela enfrenta una crisis económica de al menos año y medio de duración.

“Ellos van a tener que ajustar la economía. De lo contrario, esto se les puede ir de las manos”, agregó.

Funcionarios del gobierno venezolano no estuvieron disponibles para comentar con El Nuevo Herald sobre la política económica del país al cierre de esta edición. Un correo electrónico enviado al Banco Central no fue respondido.

La devaluación, que sería la tercera aplicada desde febrero, es necesaria para tratar de defender lo poco que queda de las reservas internacionales líquidas, que actualmente rondan los $2,500 millones, cuando en el primer trimestre del 2009 estaban cerca de los $33,000 millones, según cifras del Banco Central de Venezuela.

Y es que la enorme renta petrolera del país, que aún disfruta de un precio de $100 por barril de crudo, no alcanza para atender el feroz apetito por recursos de la Revolución Bolivariana, dijo el economista José Guerra, quien ha asesorado al dirigente opositor Henrique Capriles..

Al país aún le quedan cerca de $25,000 millones en reservas no líquidas, un 75 por ciento de los cuales consiste en lingotes de oro que serían como las últimas joyas de la familia. Pero el oro es de difícil colocación y al gobierno le tomaría tiempo poder venderlas, comentó Guerra.

Aún así, el régimen liderado por Maduro podría verse obligado a hacer eso, si no consigue los préstamos que necesita para seguir importando los productos que requiere el país y combatir una aguda escasez de productos, que ha hecho desaparecer artículos como el papel higiénico, la leche y la crucial harina de maíz de las estanterías.

“En este momento no hay solución a la vista. Las autoridades han dicho que saldrán a pedir prestado a los mercados mundiales, pero eso solo serviría para correr la arruga”, advirtió Guerra.

Solo serviría para comprar tiempo, coincidió Ibarra.

“El camino por el que está transitando Venezuela es insostenible, eso te lo puede decir cualquiera”, dijo Ibarra, quien agregó que la única manera de sostener la economía del país es que un enfrentamiento en el Golfo Pérsico dispare los precios del petróleo.

“La recesión va a venir, independientemente de que ellos devalúen nuevamente, o no. La situación va a deteriorarse mucho y muy rápidamente, y no me sorprendería si viéramos a final de año la popularidad de Maduro en alrededor del 30 por ciento”.

No obstante, las proyecciones del gobierno venezolano son muy diferentes.

La economía venezolana apunta a seguir creciendo al tiempo que se busca reducir el índice inflacionario, indicó el ministro del Poder Popular de Finanzas, Nelson Merentes, a finales de mayo.

“Seguimos trabajando de tal manera que en el tercer y cuarto trimestre sea notorio lo que va a pasar con el crecimiento económico del país”, dijo durante una entrevista en el programa José Vicente Hoy.

Esas afirmaciones, sin embargo, no son compartidas por los expertos, quienes atribuyen los problemas económicos del país a la destrucción del aparato productivo registrada a lo largo de 14 años de políticas revolucionarias.

Ha sido un sistemático proceso de destrucción que buscaba doblegar a un empresariado considerado como hostil por la revolución y que al final terminó favoreciendo a las importaciones a expensas de la producción nacional.

Pero el modelo, que descansaba en la enorme renta petrolera, comenzó a hacerse insostenible ya para el año pasado, ya que requería que los precios del petróleo subieran por encima de la tasa de inflación del país.

Ya para inicios del segundo trimestre de este año, la economía se encontraba en franca caída libre.

“La cosas están bastante difíciles y no se perciben soluciones de corto plazo. La economía está paralizada totalmente”, comentó Guerra. “En este momento el problema fundamental es que el país no tiene dólares”.

Ilustrar el problema es una simple cuestión de aritmética.

La destrucción del aparato productivo más el sostenimiento del nivel de consumo al que el chavismo ha acostumbrado a los venezolanos, incluyendo enormes subsidios a la gasolina, ha llevado al país a consumir más de $5,000 millones al mes en importaciones.

Las exportaciones petroleras, que generan cerca del 95 por ciento de las divisas que entran al país, suman sólo unos $3,500 millones al mes, si se descuentan los volúmenes de crudo que el país no cobra debido a que ya habían sido pagados por las ventas a futuro realizadas con China, o porque forman parte de los subsidios que el país otorga a sus aliados.

Otro de los factores que acentúa el problema es el rígido tipo de cambio aplicado por el gobierno, que sigue estando artificialmente bajo pese a que Maduro ya ha aplicado dos devaluaciones.

Según Econometrica, el gobierno debería llevar la cotización del dólar oficial a un nivel de 12.8 bolívares por unidad, desde los actuales 6.3, para poder “limpiar los desórdenes monetarios” del país.

El Nuevo Herald

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