La tendencia totalitaria del sector del gobierno que preside y encabeza Nicolás Maduro, tarde o temprano tendrá que enfrentar a más del 80% de los venezolanos que han manifestado en diferentes encuestas, que prefieren el sistema democrático
JUAN PÁEZ ÁVILA/TalCualDigital
La tendencia totalitaria del sector del gobierno que preside y encabeza Nicolás Maduro, tarde o temprano tendrá que enfrentar a más del 80% de los venezolanos que han manifestado en diferentes encuestas, que prefieren el sistema democrático, por lo cual no le será fácil perpetuarse en el poder, e imponer una dictadura aun con fachada legal.
De allí el rechazo a la utilización de los grupos paramilitares para impedir una manifestación pacífica de trabajadores del estado Miranda reclamando sus derechos laborales.
Ese 80% de venezolanos se formó en el período democrático denominado la IV República, después de derrotar la dictadura del General Pérez Jiménez, quien gobernaba a nombre de las Fuerzas Armadas.
Ese mismo 80% también incluye un buen porcentaje de chavistas que votaron por Maduro, en la creencia de que la situación personal de ellos mejoraría en cuanto a bienestar social y económico, preservando las libertades públicas. De allí su respuesta a los encuestadores cada vez que los interrogan en los sondeos de opinión que hacen especialistas en la materia.
La tendencia totalitaria es un peligro real porque Nicolás Maduro también ha concentrado en sus manos y en su voluntad todos los poderes públicos, que en una democracia funcionan con independencia sin dejar de cooperar en la realización o materialización de cada uno. Los pasos que han dado algunos ministerios orientados a la imposición de un pensamiento único, han puesto sobreaviso a importantes sectores de la sociedad.
Varios analistas y actores políticos partidarios del sistema democrático han denunciado la intervención directa del Estado en el control de actividades como el deporte, la cultura, la educación, con especial referencia a la disposición a liquidar la autonomía universitaria, y la función institucional de la Fuerza Armada para convertirla en el aparato militar del Partido de gobierno.
Y lo más evidente es el militarismo, contrariando incluso el pensamiento de Bolívar, a cuyo nombre dice actuar el cuestionado Jefe del Estado, porque el Bolívar civilista creador de Constituciones republicanas ha sido anulado, por lo que la marcha hacia el control total de la sociedad comienza a unir a la izquierda y a la derecha democrática, para ponerle un valladar cívico a la hegemonía personalista y a la llamada dictadura perfecta, por su apariencia legal.
Los grupos paramilitares y parapoliciales, cuando actúan por cuenta propia lo hacen bajo el influjo de un discurso virulento y provocador que a diario pronuncian Maduro y Cabello, tratando de amedrentar a los principales líderes de la oposición y de generar la abstención en un importante sector de los electores que han acompañado a la Alternativa Democrática.
Y si no han provocado un criminal derramamiento de sangre, hasta los actuales momentos, se debe a la madurez política que han demostrado los principales líderes de oposición, como Capriles, María Corina y Leopoldo López en sus recorridos por el territorio nacional, lo mismo que Antonio Ledezma en el Área Metropolitana, al no caer en las provocaciones. Y no sólo porque confían en el triunfo en las elecciones del 8 de diciembre, sino también porque están llamados a gobernar sin violencia, sin retaliaciones por motivos políticos y por la reconciliación de todos los venezolanos.
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