Por: Fernando Rodríguez/TalCual
No habían pasado minutos del descomunal apagón que se apoderó de medio país antenoche, ocasionando innumerables inconvenientes y angustias en la ciudadanía, cuando los altos jerarcas del régimen, Maduro a la cabeza, ya acusaban a todo Cristo opositor de ser los causantes de la siniestra avería.
Como se ve el rigor y la seriedad son la divisa de este gobierno. Por supuesto, no les vino a la cabeza que lo primero que se ha debido poner sobre la mesa es su propia incapacidad para manejar el problema, como lo avalan años de torturas al amado pueblo por su imprevisión, ignorancia y corrupción en el área. Esto muestra la catadura moral de nuestra dirigencia, su respeto no digamos por la verdad sino por la mínima capacidad de discernimiento de sus conciudadanos.
Esta misma lógica es la que se utiliza en todo cuanto hace el gobierno, en especial en las justas electorales. Algo que se podría llamar un fraude estructural y crónico, básicamente posibilitado por la fatídica reelección, por el manejo impúdico de los recursos del poder al servicio del ventajismo, del abuso. Esta vez ha habido no pocas novedades que se suman a las ya tradicionales, como el manejo inescrupuloso, delictivo, de los medios oficiales, y los privados mediante el bombardeo de las cadenas; las presiones sobre los empleados públicos y otros gobierno-dependientes; y el uso de los dineros públicos para comprar conciencias.
Dejemos de lado, por extensa y ya suficientemente tratada, la guerra económica, eje central de la campaña oficial y que trata de realizar la hazaña de trasladar al sector privado, en especial al comercio, quince años de corruptelas y disparates económicos, que destruyeron nuestra actividad productiva y malgastaron recursos petroleros nunca vistos entre nosotros. Miremos algunos detalles más directamente electorales.
El primero de ellos es el tal día de la lealtad y el amor al Eterno, justo el día de las elecciones. Lo que crea un ventajismo atroz, como señaló el rector Vicente Díaz, y conspira contra la paz y el mínimo de igualdad de condiciones que son las bases mínimas de toda elección. No menos ejemplar es la respuesta cómplice de Tibisay Lucena de que esos son asuntos del Ejecutivo en que el CNE no se mete. En esa perspectiva aquél podría decretar que la gente no puede salir el día electoral de sus casas, salvo con permiso gubernamental, que Tibisay acataría reverencialmente.
El alcalde de Libertador, el inefable Jorge Rodríguez, ha llenado el Metro de Caracas y otras dependencias municipales de afiches con su slogan único de campaña, “Caracas te quiero”, y señalado al respecto contestó que en absoluto se trataba de una promoción electoral sino un exhorto institucional a la población para que amara su ciudad y la cuidara. Es difícil encontrar un ejemplo más nítido del uso malsano de la dualidad gobernante/candidato que esta trácala pública y sin disfraces.
La prisión del jefe de giras de Capriles, a lo Pinochet o Videla, es otro estupendo ejemplo del abuso sistemático. O las trabas al avión en que Henrique hace campaña. O el recrudecimiento de las amenazas a la prensa que ose intranquilizar a los compatriotas, es decir, mostrarle las realidades más flagrantes. O el 99 y la habilitante. O el intento de encaratar las elecciones en Baruta a punta de sofismas. Etcétera, etcétera…
Por todo esto, y con más constancia que nunca, hay que votar. Hay que vencer la villanía con las armas de la rabia.
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