Por: Fernando Rodríguez/TalCual
Leyendo en El Universal la entrevista sabatina de un líder de la llamada Marea socialista, tendencia “izquierdista” del proceso, uno logra palpar el abismo que separa esa tendencia de una eventual rectificación, acorde con la más elemental racionalidad económica, por la que debería optar el gobierno de Maduro para intentar aminorar la violencia inclemente de la crisis que vivimos.
Opción que parece estar adoptando aunque lenta y torpemente, temporalidad que hace que se estrechen cada vez más las posibilidades de recuperación del enfermo, su salida del coma.
Más allá de la pobreza de las medidas que sugiere el entrevistado, que son absolutamente genéricas o vacías, cuando no reiteración de las que causaron los males que nos están matando, tales como empresas en manos del pueblo que, como sabemos por experiencia vivida, es ponerlas en manos de burócratas ineptos y corruptos que las asesinan. Males que, paradójicamente, el señor de la Marea reconoce que carcomen el proceso.
Pero más allá de eso que sabemos por repetición ad nauseam, lo que quería subrayar es que detrás de esas ignorancias hay unos prejuicios ideológicos que se podrían sintetizar en el rechazo de cualquier contagio con el proyecto del capitalismo y sus gestores burgueses e imperiales.
Lo cual, si a ver vamos, es bastante coherente con la jerga anacrónica y primitiva que ha llovido sobre esta tierra desde hace quince años.
Jerigonza que aun quienes pretenden poner en práctica “otra cosa” siguen usando para legitimarse. Donde Maduro dice que hay que desarrollar la Venezuela productiva (la potencia que pide el Plan de la Patria), la Marea dice que simplemente el gobierno está plegando el proyecto socialista a la hegemonía burguesa e imperial, a los patrones de Lorenzo Mendoza dice. Traición, pues.
Nosotros vivimos en un mundo político atiborrado de mala fe, de mentiras que atrapan también al mentiroso. Y eso se expresa en discursos disparatados y vacuos, hipócritas y falaces. Por eso en cierto modo lenguajes muy toscos e ingenuos como el que comentamos no dejan de tener alguna virtud, son algo más realistas. Es cierto, la tal productividad significa una reactivación y ampliación del sector económico privado con un fuerte apoyo estatal, con petrodólares. Y eso es ampliar la capacidad y el campo de acción de la burguesía y seguramente del capital trasnacional. Si eso no se acepta no se acepta nada, ni aquí ni por allá. Pregúntenle al respecto a los empresarios multimillonarios chinos o, para no ir tan lejos, a los compañeros cubanos que andan desesperados tratando de levantar un sector privado desde las ruinas del país o seduciendo inversionistas extranjeros a como dé lugar. Para no hablar de brasileños, uruguayos, chilenos, españoles y otros “socialistas” que matarían por sus productivos burgueses.
En cuanto a la dominación imperialista, cuidado, porque la Rusia mafiosa de Putin o la China expandiéndose vorazmente por el planeta son tan imperiales como los gringos. Y pueden someternos de la manera más abyecta, como ejemplifica ese comunicado de la Cancillería sobre el trágico avión malasio, en que se culpa a la OTAN y a EEUU y no a los rusos, antes que se tengan mínimas evidencias sobre el caso. Justo en el momento en que el gobierno de Putin nos presta un puñado de dólares. Dando y dando, pues, billetes por soberanía.
Si dejáramos de hablar con pistoladas revolucionaristas y con otras patrañas seguramente el ambiente nacional sería más limpio.
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