ANTONIO MARIA DELGADO/ADELGADO@ELNUEVOHERALD.COM
El líder máximo del chavismo, Nicolás Maduro, adelantó el martes que lanzará una “revolución fiscal” y que auditará el uso de los dólares otorgados este año, pero no brindó nuevas luces sobre la gran incógnita que mantiene preocupada a la gran mayoría de los venezolanos: ¿Qué sucederá con el tipo de cambio?
Maduro, al adelantar previamente que anunciaría el martes “un gran sacudón”, había generado expectativas de que lanzaría la propuesta ya avanzada por el zar de la economía –el ministro de Energía y Minas, Rafael Ramírez– de unificar los distintos tipos de cambio a un nivel cercano a los 25 bolívares por dólar, lo que eliminaría la tasa oficial de 6.3 bolívares por unidad.
Pero el “gran sacudón” terminó siendo apenas un empujoncito, con el único anuncio realizado por Maduro sobre el mercado cambiario es que su gobierno auditará el uso de los dólares otorgados en el primer semestre.
Y es que la propuesta de Ramírez, que se traduciría en una nueva gran devaluación, está enfrentando gran resistencia dentro del chavismo, explicó Orlando Ochoa, profesor de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello.
“Ramírez está enfrentando mucha resistencia de otros dirigentes chavistas, particularmente del [vicepresidente, Jorge] Arreaza, y del nuevo ministro de Planificación, [Ricardo] Menendez”, comentó Ochoa desde Caracas.
“Son tipos de la izquierda, que no tienen ningún tipo de formación económica, y andan pensando que al devaluar van a tener un impacto sobre los precios y que eso va a dañar el respaldo político”, agregó.
El tipo de cambio es un tema fundamental en Venezuela, país que depende cada vez más en las importaciones y cuya economía está siendo asfixiada por una enorme liquidez en bolívares que persiguen los muy pocos productos disponibles.
Pero Maduro aseguró el martes que el país goza de muy buena salud financiera y que cuenta con grandes cantidades de divisas en reserva para cancelar las obligaciones externas que se vencen en la segunda mitad del año y que suman más de $4,500 millones.
Fue un pronunciamiento que sonó extraño en un país con la mayor tasa de inflación del mundo, que padece de una escasez de productos sin precedentes y que apenas cuenta con $250 millones en reservas líquidas, el equivalente a menos de una semana de importaciones.
El mandatario volvió a atribuir los problemas de escasez a las operaciones de “guerra económica” que estarían siendo emprendidas por la oposición con el fin de desestabilizar su régimen, así como la corrupción derivada de empresas que obtienen dólares a un tipo de cambio preferencial para luego venderlas en el mercado paralelo a una tasa más de cuatro veces mayor.
Para luchar contra esa corrupción, Maduro anunció que su gobierno iniciaría una auditoría de todos los dólares que se han entregado en el primer semestre del 2014 y reveló que cerca de 3,000 compañías están siendo investigadas por un presunto mal manejo de las divisas.
“Tenemos que lograr un sistema cambiario estable, transparente (…) para acceder a las divisas, habrá que seguir los canales regulares”, dijo el mandatario.
Maduro también adelantó que su gobierno prevé lanzar una nueva “revolución fiscal”, cuyos detalles dijo que serán dados a conocer próximamente por Ramírez.
Al hablar sobre “el sacudón”, Maduro explicó que sólo estaba relacionado con el proceso de reestructuración de su gobierno.
“Estamos trabajando tres elementos clave. Arrancando con fuerza el tema del ‘sacudón’, la Revolución dentro de la Revolución; la ofensiva de producción, abastecimiento y precios justos, en una nueva dinámica, en un nuevo tiempo; y en tercer lugar, la ofensiva social de fortalecimiento, ampliación y relanzamiento de las misiones”, precisó.
Ausente en su discurso estuvo el gran anuncio esperado sobre lo que ocurrirá con el tipo de cambio, medida que habría que aplicar con otras de carácter fiscal y monetario para evitar que Venezuela caiga en una espiral hiperinflacionaria.
Lamentablemente para la población venezolana, el tema está siendo tratado desde un punto de vista político, dijo Ochoa.
“Ramírez sabe que el apoyo político con, o sin el ajuste, está cayendo porque no tienen recursos, y está prefiriendo hacer un ajuste enorme para poder generar recursos para las elecciones para la Asamblea del próximo año”, comentó Ochoa.
“Pero el problema de esa estrategia [que incluye la unificación cambiaria] es que es muy incompleta. No hay ni siquiera un orden fiscal, no hay una restricción monetaria, no hay un aumento en la entrega de divisas de PDVSA al Banco Central y no habría suficientes dólares para darle al sector privado para normalizar el suministro porque para ello tendría que tomar unos gigantescos préstamos”, manifestó.
El problema que se le está presentando a ese programa limitado de Ramírez es que la inflación se va a disparar “enormemente” al aplicarlo, no solo por el componente de costos, sino porque en la economía venezolana es muy sensible al fenómeno del traspaso.
Ese fenómeno, de traspaso del efecto de la devaluación a la inflación, se produce en países que cuentan con muy bajos niveles de reservas, y que atraviesan por un período de aceleración de la inflación, explicó.
“Y cuando el sector privado no confía en el gobierno, ese fenómeno es gigante”, advirtió el economista. “Y eso es lo que está pasando en Venezuela. No hay forma de reducir el traspaso de la devaluación a la inflación”.
La otra alternativa es no hacer nada, pero eso también trae sus propios demonios económicos, señaló Ochoa.
“Si se mantiene el esquema cambiario como está, si se mantiene ese sistema de control y ahora de auditoría de las adquisiciones de divisas, se va a seguir estrangulando el aparato productivo, mientras paralelamente continuaría el proceso de incrementar la liquidez y la inflación. Es decir, se preservaría la perversa centrifuga”, dijo.
En ambos escenarios, el nivel de pobreza –que el Instituto Nacional de Estadísticas colocó el año pasado en 27.3 por ciento– pasaría en el transcurso de este y el próximo año a más de 50 por ciento, señaló.
El Nuevo Herald
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