La revolución "pacífica pero armada", que en sus arrebatos de hombría, suele pregonar el comandante presidente cuando la protesta popular se encarama a las encuestas, podría tener fecha de vencimiento.
No lo proclama algún conspirador desde la asoleada Miami ni lo avizoran los correos del aquelarre que atraviesan la red social.
Lo dice con gesto cívico y alegría contagiante, el venezolano de a pie que acude a la mesa electoral para decidir con su voto qué le molesta y qué le conviene.
Así pasó el domingo en las primarias de la oposición y así podría ocurrir en septiembre cuando más ciudadanos se sumen a esa cruzada en defensa de la democracia que llevan anidada en el alma desde anteriores generaciones.
Cort. TalCualDigital
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