viernes, 30 de abril de 2010

Enrique Mendoza: símbolo de esa unidad//Agustín Blanco Muñoz

Las protestas de Enrique Mendoza exigiendo que los dedos de la Mesa de los Negocios le den su cuota de poder unitario, y la confrontación, por ejemplo, entre Ramos-Capriles-López-Salas dejan ver cómo se lució la cuarta república en la compra-venta de las parcelas electorales de la Asamblea Nacional que surgirá el 26S-10.


Con los vivas a la Mesa de la Unidad y a los partidos políticos, que regresarán al Parlamento con mayoría absoluta a rescatar la acción legislativa democrática y detener la acción "revolucionaria y socialista", se alimenta la ficción triunfal.

Con nuevas leyes quedarán derogadas las "revolucionarias" y se cambiará la composición del TSJ, Poder Moral, Poder Judicial, Poder Electoral, Fuerzas Armadas y se sacará los "asesores" cubanos.

Esta limpieza del camino servirá como punto de partida para cesantear al golpista-presidente (GP) en diciembre del 12, si es que no se va al amanecer del 27S debido a la aplastante derrota legislativa que le proporcionarán "las oposiciones".

Este razonamiento está basado en la creencia de que aquí hay democracia. Y por ello se considera que es posible salir de este régimen, calificado de autoritario y hasta totalitario, por la vía de una supuesta unidad cuyos rasgos patentiza Mendoza.

Desde el año 04 afirmamos que esta "revolución bolivariana" era [¡y es!] seguidora del modelo cubano. EL 27-08-05, anunciamos la instalación formal de Venecuba, que entonces denominamos República Dictatorial Integrada de Venecuba (RDIV).

Pero ni siquiera ahora, cuando el actual presidente de Cuba reafirma que su país y Venezuela son la misma cosa, hay una toma de conciencia y respuesta consecuente.

La inmensa mayoría de nuestros politiqueros entienden que si aceptan esa tesis estarían obligados a poner a un lado el tráfico de cuotas de poder y se perdería toda posibilidad de acordar o negociar soluciones para la presente crisis.

Esto significarìa además que para enfrentar a VENECUBA se requiere una nueva, creadora y frontal política.

Pero en este marco nos encontramos con un miedo-temor-angustia que tiene un espacio destacado y que lleva a "las oposiciones" a aceptar como fórmula salvadora la trampa-fraude del voto a favor de la "revolución".

Se asume de este modo la incapacidad de generar una política que, sin ser violenta, convoque y organice el colectivo, para llevarlo a cumplir el papel de agente fundamental de una historia que ya no admite más falsificaciones.

Mientras no surja una nueva política colectiva, con base en un liderazgo horizontal, capaz de generar un movimiento de movimientos, como lo califica Manuel Rodríguez Mena, se estará reproduciendo la vieja política con idénticos principios pero con diferentes nombres, como medios para el engaño y compra-venta de voluntades.

Y esto es exactamente lo que hace la otra parte que se presenta hoy como "revolucionaria". Una maquinaria que actúa con la misma doctrina de la dominación política ejercida por una minoría, regida por el esquema autoritario-caudillista del positivismo aún vigente en nuestra política.

La ventaja del oficialismo reside en los gigantescos recursos con los que cuenta, para avanzar en la compra y control de votos y conciencias para un socialismo que se construye a punta de tarifas y sin filiación ideológica alguna.

No hay entonces "militancia revolucionaria" sino socios de la lista de pagos por la militancia socialista. Por esto se ha bautizado este "proceso" como "socialista".

Y la conclusión es muy dura: el juego electoral presidido por el fraude-trampa y con el aval de "las oposiciones" no logrará deslegitimar al GP. Por el contrario, la unidad que caracterizan los Mendoza, Borges, Caldera, Machado o Del Vecchio contribuirá a mantenerlo y a prolongar un proceso de destrucción que amenaza convertirse en irreversible en el corto y mediano plazos. abm333@gmail.com
Cort. El Universal

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