MINA SAN JOSÉ, Chile (AFP) - Un policía hace sonar la campana colocada en la puerta de ingreso al aula. Los niños, que durante semanas han esperado al lado de los adultos por el rescate de los 33 mineros, muestran una sonrisa y saben que llegó la hora de volver a estudiar.
La campana seguirá sonando día tras día hasta que salgan los 33 obreros del subsuelo, presumiblemente a comienzo de noviembre. Mientras tanto una decena de menores no tendrá que preocuparse por perder el año, pues el ministerio de educación instaló en el campamento de rescate esta aula y envió una maestra.
Sin la infraestructura inaugurada este lunes, la escuelita ya funcionaba de manera aleatoria en las últimas semanas: un profesor de educación física oficiaba como voluntario para asistir a cuatro o cinco niños. Ya entonces los niños la llamaron "escuelita Esperanza".
Una carta del minero Jorge Galleguillos -en el que expresa su preocupación por la educación de su hijo- alertó sobre la necesidad de instalar un aula en el Campamento Esperanza para hijos, nietos y sobrinos de familiares que esperan el rescate de los mineros.
Parte de esta carta fue revelada este lunes por el ministro de Educación, Joaquín Lavín, quien aclara que la preocupación del minero Galleguillos es por su hijo universitario, pero que la misma activó la necesidad de pensar en los menores que aguardan junto a los adultos en la mina San José.
Unos ocho a 10 niños conviven en las afueras del yacimiento junto a sus padres, tíos o abuelos, tras el accidente del pasado 5 de agosto que tiene confinados a los 33 a 700 metros de profundidad y a la espera de ser rescatados.
"Me acaban de entregar una carta de Jorge Galleguillos desde el fondo de la mina, en que él expresa su preocupación por la educación, se refiere a uno de sus hijos que está en la universidad", afirma Lavín, al inaugurar esta aula, que llevará el nombre de 'Sala San José'.
"Esto refleja la preocupación de ellos, desde el fondo de esta montaña por la educación de sus hijos y de sus nietos y por esa razón y por esa preocupación es que estamos abriendo hoy esta sala de clases", señala el ministro.
La escuela funcionará en un cubículo de 3x6 metros. En general serán ocho alumnos del ciclo escolar que pasarán clases desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde, como usualmente ocurre en las escuelas del resto del país.
Para cumplir las tareas de profesora, llegó Margarita Guzmán, desde el poblado de Copiapó, vecino de la mina San José, en pleno desierto de Atacama, uno de los más secos y áridos del mundo.
"Hay que hacer un diagnóstico para ver qué tipo de conocimiento tienen los niños, para ver en qué nivel están, si están atrasados o no, y de ahí se parte la base para poder nosotros basar los contenidos que tienen que aprender", explica a la AFP la profesora Guzmán.
"Estamos muy contentos, saber que los niños ya están estudiando", dice Cristina Nuñez, esposa del minero Claudio Yáñez, quien tendrá a su hija de 8 años, Arlenne, como nueva escolar.
La campana seguirá sonando día tras día hasta que salgan los 33 obreros del subsuelo, presumiblemente a comienzo de noviembre. Mientras tanto una decena de menores no tendrá que preocuparse por perder el año, pues el ministerio de educación instaló en el campamento de rescate esta aula y envió una maestra.
Sin la infraestructura inaugurada este lunes, la escuelita ya funcionaba de manera aleatoria en las últimas semanas: un profesor de educación física oficiaba como voluntario para asistir a cuatro o cinco niños. Ya entonces los niños la llamaron "escuelita Esperanza".
Una carta del minero Jorge Galleguillos -en el que expresa su preocupación por la educación de su hijo- alertó sobre la necesidad de instalar un aula en el Campamento Esperanza para hijos, nietos y sobrinos de familiares que esperan el rescate de los mineros.
Parte de esta carta fue revelada este lunes por el ministro de Educación, Joaquín Lavín, quien aclara que la preocupación del minero Galleguillos es por su hijo universitario, pero que la misma activó la necesidad de pensar en los menores que aguardan junto a los adultos en la mina San José.
Unos ocho a 10 niños conviven en las afueras del yacimiento junto a sus padres, tíos o abuelos, tras el accidente del pasado 5 de agosto que tiene confinados a los 33 a 700 metros de profundidad y a la espera de ser rescatados.
"Me acaban de entregar una carta de Jorge Galleguillos desde el fondo de la mina, en que él expresa su preocupación por la educación, se refiere a uno de sus hijos que está en la universidad", afirma Lavín, al inaugurar esta aula, que llevará el nombre de 'Sala San José'.
"Esto refleja la preocupación de ellos, desde el fondo de esta montaña por la educación de sus hijos y de sus nietos y por esa razón y por esa preocupación es que estamos abriendo hoy esta sala de clases", señala el ministro.
La escuela funcionará en un cubículo de 3x6 metros. En general serán ocho alumnos del ciclo escolar que pasarán clases desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde, como usualmente ocurre en las escuelas del resto del país.
Para cumplir las tareas de profesora, llegó Margarita Guzmán, desde el poblado de Copiapó, vecino de la mina San José, en pleno desierto de Atacama, uno de los más secos y áridos del mundo.
"Hay que hacer un diagnóstico para ver qué tipo de conocimiento tienen los niños, para ver en qué nivel están, si están atrasados o no, y de ahí se parte la base para poder nosotros basar los contenidos que tienen que aprender", explica a la AFP la profesora Guzmán.
"Estamos muy contentos, saber que los niños ya están estudiando", dice Cristina Nuñez, esposa del minero Claudio Yáñez, quien tendrá a su hija de 8 años, Arlenne, como nueva escolar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario