Chacumbele ha confiscado terrenos por todas partes, supuestamente para construir viviendas, en pocos meses. Se puede apostar que dentro de seis meses esos terrenos estarán igualitos que hoy. No se habrá construido nada o muy poco
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
La simulación teatral que Chacumbele ha hecho de su preocupación por la situación de los damnificados lo ha llevado a soltar una catarata de disposiciones, cada una más improvisada que la otra, que anuncian un nuevo fracaso, semejante al de Vargas, en el manejo de las catástrofes naturales por parte de su gobierno. Ha confiscado terrenos por todas partes, supuestamente para construir viviendas, en pocos meses.
Se puede apostar que dentro de seis meses esos terrenos estarán igualitos que hoy. No se habrá construido nada o muy poco. La expropiación de complejos habitacionales privados no concluidos no conducirá a nada. Un gobierno que no construye ni concluye sus propios proyectos no terminará lo que falta por construir en esas urbanizaciones.
Los poderes especiales no eliminan la ineficacia ni la corrupción. De allí que la promesa de construir 22 mil viviendas en seis meses quedará en el gordo catálogo de ofrecimientos incumplidos, unos por disparatados, como lo de transformar Miraflores en una universidad, otros porque se le olvidan, como lo del parque en La Carlota.
La alocada e increíblemente antinacional idea de construir en la falda del Ávila, en el Litoral, más arriba de la cota actual hasta donde tal cosa está permitida, afortunadamente como que no pasó de la logorrea presidencial o alguien le hizo ver el disparate que estaba proponiendo.
Pero con ese tipo nunca se sabe. Esa "idea", por llamarla de alguna manera, era la preparación de un deslave peor que el anterior, dada la fragilidad de esa faja montañosa en ese sitio específico. La colección de inepcias la completa el nombramiento de esa lumbrera como Farruco Sesto a la cabeza de la "reconstrucción de Caracas".
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
La simulación teatral que Chacumbele ha hecho de su preocupación por la situación de los damnificados lo ha llevado a soltar una catarata de disposiciones, cada una más improvisada que la otra, que anuncian un nuevo fracaso, semejante al de Vargas, en el manejo de las catástrofes naturales por parte de su gobierno. Ha confiscado terrenos por todas partes, supuestamente para construir viviendas, en pocos meses.
Se puede apostar que dentro de seis meses esos terrenos estarán igualitos que hoy. No se habrá construido nada o muy poco. La expropiación de complejos habitacionales privados no concluidos no conducirá a nada. Un gobierno que no construye ni concluye sus propios proyectos no terminará lo que falta por construir en esas urbanizaciones.
Los poderes especiales no eliminan la ineficacia ni la corrupción. De allí que la promesa de construir 22 mil viviendas en seis meses quedará en el gordo catálogo de ofrecimientos incumplidos, unos por disparatados, como lo de transformar Miraflores en una universidad, otros porque se le olvidan, como lo del parque en La Carlota.
La alocada e increíblemente antinacional idea de construir en la falda del Ávila, en el Litoral, más arriba de la cota actual hasta donde tal cosa está permitida, afortunadamente como que no pasó de la logorrea presidencial o alguien le hizo ver el disparate que estaba proponiendo.
Pero con ese tipo nunca se sabe. Esa "idea", por llamarla de alguna manera, era la preparación de un deslave peor que el anterior, dada la fragilidad de esa faja montañosa en ese sitio específico. La colección de inepcias la completa el nombramiento de esa lumbrera como Farruco Sesto a la cabeza de la "reconstrucción de Caracas".
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