MADRID (AFP) - La línea de tran de alta velocidad Madrid-Valencia empezará a funcionar el domingo, lo que permitirá a España adelantarse a Francia y convertirse en la campeona europea del sector, con la esperanza de que esta infraestructura reactive su economía.
El tramo de 438 kilómetros que unirá en 90 minutos (en vez de en cuatro horas) la capital española y la tercera ciudad del país, en la costa mediterránea, hará pasar la red española de alta velocidad a un total de 2.056 kilómetros, frente a 1.896 en Francia y 1.285 en Alemania.
Si se añaden las líneas en construcción o programadas, el país ya es virtualmente número dos mundial con 5.525 kilómetros, por detrás de China (13.134), pero por delante de otro país pionero en alta velocidad, Japón (3.625). Y planea llegar a los 7.000 km en 2015.
Esta ambición tiene un coste: 6.600 millones de euros para Madrid-Valencia, cuarto eje después de Madrid-Sevilla en 1992, Madrid-Valladolid en 2007 y Madrid-Barcelona en 2008.
"Con la crisis se han recortado los proyectos", declaró Enrique Urkijo, director general de viajes de Renfe, compañía española de ferrocarril.
España, que salió de un año de recesión a inicios de 2010, tiene dificultades para recuperarse, con un crecimiento nulo en el tercer trimestre, y su solidez financiera sigue preocupando a los mercados.
"El AVE (tren de alta velocidad) cuesta mucho dinero", reconoció Urkijo, indicando sin embargo que "se trata de una inversión que realmente genera mucho empleo, contribuye a estimular la economía, lo que es bueno en tiempos de crisis".
La tasa de desempleo en España es la mayor de la Eurozona, con cerca del 20% de la población activa.
Según un estudio de la consultora Accenture, la nueva línea creará 136.000 empleos directos e indirectos, pero España, con sus 47 millones de habitantes, cuenta con un potencial de viajeros menor a Francia o Japón.
Para Ramón López de Lucio, profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid, la estrategia de apostar por la alta velocidad sólo es "la otra cara de la burbuja inmobiliaria", que en los 15 años anteriores a la crisis lanzó a los empresarios a la construcción de viviendas y contribuyó a la bonanza antes de su brutal fin.
"Que un país como España tenga más kilómetros de AVE que nadie en el mundo excepto China, esto ni tiene sentido", observa.
Además estima que el país sufre una "sobreinversión en infraestructuras", a las que en 2009 dedicó el 1,79% de su PIB, tres veces más que Alemania.
"Hemos hecho autopistas que tienen un uso muy limitado y hemos hecho un AVE Madrid-Valencia que tiene 100 kilómetros más de lo que pudiera tener para que pase por Cuenca y por Albacete, lo que representa unos cientos de viajeros por día (...) en vez de mejorar los sistemas de cercanías o el transporte de mercancías por ferrocarril", poco desarrollado en España, o invertir en "educación e investigación".
"En conjunto, la inversión acumulada en el AVE hasta 2010 se acerca a 45.000 millones de euros", según el economista Germà Bel, de la Universidad de Barcelona, durante un coloquio en noviembre.
Frente a este "volumen de inversión", que es "impresionante", "el tráfico total es muy escaso", estimó.
Un total de 16 millones de personas al año utilizan el AVE, cifra que supone el 15% del número de viajeros de TGV en Francia y el 5% de los que utilizan el Shinkansen japonés.
España quiere creer en todo caso que su avance en este terreno impulsará su imagen internacional: Renfe eligió el mismo día, domingo, para ampliar el tramo de alta velocidad entre París y Barcelona.
El tramo de 438 kilómetros que unirá en 90 minutos (en vez de en cuatro horas) la capital española y la tercera ciudad del país, en la costa mediterránea, hará pasar la red española de alta velocidad a un total de 2.056 kilómetros, frente a 1.896 en Francia y 1.285 en Alemania.
Si se añaden las líneas en construcción o programadas, el país ya es virtualmente número dos mundial con 5.525 kilómetros, por detrás de China (13.134), pero por delante de otro país pionero en alta velocidad, Japón (3.625). Y planea llegar a los 7.000 km en 2015.
Esta ambición tiene un coste: 6.600 millones de euros para Madrid-Valencia, cuarto eje después de Madrid-Sevilla en 1992, Madrid-Valladolid en 2007 y Madrid-Barcelona en 2008.
"Con la crisis se han recortado los proyectos", declaró Enrique Urkijo, director general de viajes de Renfe, compañía española de ferrocarril.
España, que salió de un año de recesión a inicios de 2010, tiene dificultades para recuperarse, con un crecimiento nulo en el tercer trimestre, y su solidez financiera sigue preocupando a los mercados.
"El AVE (tren de alta velocidad) cuesta mucho dinero", reconoció Urkijo, indicando sin embargo que "se trata de una inversión que realmente genera mucho empleo, contribuye a estimular la economía, lo que es bueno en tiempos de crisis".
La tasa de desempleo en España es la mayor de la Eurozona, con cerca del 20% de la población activa.
Según un estudio de la consultora Accenture, la nueva línea creará 136.000 empleos directos e indirectos, pero España, con sus 47 millones de habitantes, cuenta con un potencial de viajeros menor a Francia o Japón.
Para Ramón López de Lucio, profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid, la estrategia de apostar por la alta velocidad sólo es "la otra cara de la burbuja inmobiliaria", que en los 15 años anteriores a la crisis lanzó a los empresarios a la construcción de viviendas y contribuyó a la bonanza antes de su brutal fin.
"Que un país como España tenga más kilómetros de AVE que nadie en el mundo excepto China, esto ni tiene sentido", observa.
Además estima que el país sufre una "sobreinversión en infraestructuras", a las que en 2009 dedicó el 1,79% de su PIB, tres veces más que Alemania.
"Hemos hecho autopistas que tienen un uso muy limitado y hemos hecho un AVE Madrid-Valencia que tiene 100 kilómetros más de lo que pudiera tener para que pase por Cuenca y por Albacete, lo que representa unos cientos de viajeros por día (...) en vez de mejorar los sistemas de cercanías o el transporte de mercancías por ferrocarril", poco desarrollado en España, o invertir en "educación e investigación".
"En conjunto, la inversión acumulada en el AVE hasta 2010 se acerca a 45.000 millones de euros", según el economista Germà Bel, de la Universidad de Barcelona, durante un coloquio en noviembre.
Frente a este "volumen de inversión", que es "impresionante", "el tráfico total es muy escaso", estimó.
Un total de 16 millones de personas al año utilizan el AVE, cifra que supone el 15% del número de viajeros de TGV en Francia y el 5% de los que utilizan el Shinkansen japonés.
España quiere creer en todo caso que su avance en este terreno impulsará su imagen internacional: Renfe eligió el mismo día, domingo, para ampliar el tramo de alta velocidad entre París y Barcelona.
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