El Gobierno durante 12 años ha sido incapaz de disminuir los índices de delincuencia, y a diferencia de lo que dice la propaganda oficial, la gente siente que la criminalidad no ha dejado de crecer
Por: Jorge Armand/TalCualDigital
Algunas estadísticas sugieren que Venezuela es uno de los países con más homicidios por número de habitantes en el mundo (Tal Cual 08- 06-11).
Basta con ver en la prensa nacional la cantidad de muertos por homicidio que ingresan semanalmente a la morgue de la capital (unos 40) y sumarle los que ingresan por semana a las otras morgues del país (unos 60), para validar esta presunción.
Esto equivale a cuatrocientos homicidios al mes y a 4.800 al año, lo que es más que el promedio de muertes en las últimas guerras libradas en el mundo...
El Gobierno durante 12 años ha sido incapaz de disminuir los índices de delincuencia, y a diferencia de lo que dice la propaganda oficial, la gente siente que la criminalidad no ha dejado de crecer.
Acabar con este gravísimo flagelo síntoma de la acelerada descomposición social que está sufriendo el País, exige una visión global del problema muy distinta a la del Gobierno, el cual está enfrascado en atacar de manera aislada algunos aspectos puntuales del fenómeno, como por ejemplo el insuficiente número de policías, pasando por alto el hecho de que este es un fenómeno muy complejo que sólo puede ser abordado con éxito de manera holística.
¿Qué se gana aumentando el número de policías (muchos de ellos también ladrones y homicidas), o pidiéndole a la ciudadanía que entregue de manera voluntaria sus armas (¡por cierto, no son precisamente los delincuentes quienes las van a entregar voluntariamente!), o creando nuevos ministerios, si las cárceles continúan estando hacinadas y los homicidas enseñoreándose de ellas y matándose entre sí, saliendo en libertad si pagan un soborno o permaneciendo en las cárceles ociosos y con drogas, armas de fuego y teléfonos celulares a su disposición?
¿Y qué se puede esperar de un sistema judicial empantanado en la morosidad? ¿Qué resultado pueden tener las prédicas de paz si la televisión continua difundiendo contenidos en los que se banaliza el crimen y se glorifica la violencia, promoviendo la posesión de bienes materiales y el placer como metas principales en la vida o cuando el máximo liderazgo de la Nación destila odio y resentimiento social?
La única manera de detener la satánica escalada de homicidios en nuestro País es atacando simultáneamente todos los factores que están generándola.
Hay que transformar las cárceles en fábricas y granjas, y al mismo tiempo transformar los cuerpos policiales en organizaciones pulcras y eficientes, así como reformar el sistema judicial.
También hay que firmar un pacto con los medios, las iglesias y los centros educativos, para acabar con la pedagogía del crimen y, sobre todo, hay que detener la criminogénica incitación al odio y el resentimiento social que descienden desde las alturas del Poder.
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