No les creen ni los mismos chavistas que prefieren sintonizar las radios de la oposición cuando tanto paraíso y felicidad les resulta sospechoso en AM y FM. Por eso van asaltando pausadamente las radios privadas donde el rating, maldita expresión capitalista, les garantiza audiencia
No logran el favor del público en sus cientos de emisoras creadas durante el proceso o arrancadas a sus propietarios por las vías más abstrusas, mientras se alcanza la ansiada hegemonía comunicacional. No les creen ni los mismos chavistas que prefieren sintonizar las radios de la oposición cuando tanto paraíso y felicidad les resulta sospechoso en AM y FM. Por eso van asaltando pausadamente las radios privadas donde el rating, maldita expresión capitalista, les garantiza audiencia. Ahí están Ernesto Villegas, Villeguitas; Martín Pacheco, Pachequito (quién lo diría después de tanta aquiescencia con la Sra. Ibáñez), la Quiaro, la Arismendi, Nelín Escalante; la ministra María del Pilar, Maripili (esa no suelta la presa), en las privadas Jazz FM y circuito Actualidad, ya sin la incómoda presencia de Marta Colomina. Escucharlos provoca ternura: citan a Telesur, AVN, RNV, leen "objetivamente" los twits del adorado Comandante y se pegan a la señal de VTV; cuentan con acceso a los personeros del gobierno a quienes no incomodan con preguntas insidiosas, y tienen un buen portafolio publicitario, otra maldición capitalista, porque como dice el Sr. Soprano, hay que llevar el pan a la mesa. En el tablero comunicacional seguramente tendrán planes para cuando ocurra el asalto a Globovisión.
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No logran el favor del público en sus cientos de emisoras creadas durante el proceso o arrancadas a sus propietarios por las vías más abstrusas, mientras se alcanza la ansiada hegemonía comunicacional. No les creen ni los mismos chavistas que prefieren sintonizar las radios de la oposición cuando tanto paraíso y felicidad les resulta sospechoso en AM y FM. Por eso van asaltando pausadamente las radios privadas donde el rating, maldita expresión capitalista, les garantiza audiencia. Ahí están Ernesto Villegas, Villeguitas; Martín Pacheco, Pachequito (quién lo diría después de tanta aquiescencia con la Sra. Ibáñez), la Quiaro, la Arismendi, Nelín Escalante; la ministra María del Pilar, Maripili (esa no suelta la presa), en las privadas Jazz FM y circuito Actualidad, ya sin la incómoda presencia de Marta Colomina. Escucharlos provoca ternura: citan a Telesur, AVN, RNV, leen "objetivamente" los twits del adorado Comandante y se pegan a la señal de VTV; cuentan con acceso a los personeros del gobierno a quienes no incomodan con preguntas insidiosas, y tienen un buen portafolio publicitario, otra maldición capitalista, porque como dice el Sr. Soprano, hay que llevar el pan a la mesa. En el tablero comunicacional seguramente tendrán planes para cuando ocurra el asalto a Globovisión.
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