Es de suponer que nadie en el país creyó por un instante que la designación de la abogada Iris Varela, alias "Fosforito", iba a traer consigo las soluciones para el grave problema carcelario que el país arrastra desde hace años y que ha empeorado hasta extremos impensables durante la era "bonita". Para todo el mundo, incluyendo a sus propios compañeros de partido, aquello lució más que una irresponsabilidad una verdadera locura. Típica de Chacumbele, por lo demás. Carente como está de personal adecuado para cubrir los cargos más importantes, echa mano de cualquier inútil que se le ponga a la vista y lo designa. Tal fue el caso de la "Fosforito". Carente de la más mínima experiencia en asuntos penitenciarios y, encima, atrabiliaria como es, no podía esperarse de su gestión nada útil. Tal cual. Durante los pocos meses que tiene al frente de esa responsabilidad la situación no sigue igual sino peor.
Su genial idea de poner en libertad a la mitad de los presos fue, afortunadamente, abortada por alguna cabeza medianamente sensata en el gobierno. Más allá de esa estrambótica "idea", su cabecita no ha parido nada que sirva para algo ante el conflicto penitenciario.
En este mismo momento existen problemas en al menos cuatro cárceles y por los penales circula la amenaza de una huelga de hambre general.
Nadie, desde luego, puede esperar soluciones rápidas, prácticamente milagrosas, a una cuestión tan peluda.
No se le pedía eso a la "Fosforito" pero sí ciertas muestras de que tenía algo entre manos. Al menos, algunas de las solicitudes más repetidas en los memoriales de agravios de los presos, que es el traslado a tribunales, para que se adelanten los juicios, no requiere otra cosa que voluntad de coordinar jueces y Guardia Nacional para llevar a los presos ante sus jueces. No es demasiado.
Muchas veces hemos dicho que este problema requiere una voluntad política muy firme por parte del gobierno para hacerle frente. Porque ni para los gobernantes ni para la sociedad es un asunto prioritario. De hecho, para no poca gente, la horrible situación carcelaria "se la merecen" quienes allí están y los frecuentes asesinatos entre penados son vistos como una manera informal de "justicia". "Uno menos" es el comentario frecuente. De modo que entre la desidia gubernamental y la inexistencia de una preocupación social sobre el tema, la situación carcelaria no hace sino podrirse cada vez más.
Al frente de esa responsabilidad, que no exigía la creación de un ministerio, lo cual no fue sino uno de esos gestos estrafalarios con los cuales Chacumbele acostumbra rodear sus más nimias actividades, habría que colocar no sólo un experto en la materia sino prestarle desde el gobierno toda la colaboración necesaria para que pueda tener éxito. Si el gobierno no lanza su peso sobre las cárceles no hay ni habrá solución. Por lo pronto, a la "Fosforito" no le queda sino renunciar.
No porque haya fracasado, lo que era previsible, sino para que no pase por la vergüenza de una destitución, que en el fondo no merecería porque le dieron una tarea imposible para ella.
Su genial idea de poner en libertad a la mitad de los presos fue, afortunadamente, abortada por alguna cabeza medianamente sensata en el gobierno. Más allá de esa estrambótica "idea", su cabecita no ha parido nada que sirva para algo ante el conflicto penitenciario.
En este mismo momento existen problemas en al menos cuatro cárceles y por los penales circula la amenaza de una huelga de hambre general.
Nadie, desde luego, puede esperar soluciones rápidas, prácticamente milagrosas, a una cuestión tan peluda.
No se le pedía eso a la "Fosforito" pero sí ciertas muestras de que tenía algo entre manos. Al menos, algunas de las solicitudes más repetidas en los memoriales de agravios de los presos, que es el traslado a tribunales, para que se adelanten los juicios, no requiere otra cosa que voluntad de coordinar jueces y Guardia Nacional para llevar a los presos ante sus jueces. No es demasiado.
Muchas veces hemos dicho que este problema requiere una voluntad política muy firme por parte del gobierno para hacerle frente. Porque ni para los gobernantes ni para la sociedad es un asunto prioritario. De hecho, para no poca gente, la horrible situación carcelaria "se la merecen" quienes allí están y los frecuentes asesinatos entre penados son vistos como una manera informal de "justicia". "Uno menos" es el comentario frecuente. De modo que entre la desidia gubernamental y la inexistencia de una preocupación social sobre el tema, la situación carcelaria no hace sino podrirse cada vez más.
Al frente de esa responsabilidad, que no exigía la creación de un ministerio, lo cual no fue sino uno de esos gestos estrafalarios con los cuales Chacumbele acostumbra rodear sus más nimias actividades, habría que colocar no sólo un experto en la materia sino prestarle desde el gobierno toda la colaboración necesaria para que pueda tener éxito. Si el gobierno no lanza su peso sobre las cárceles no hay ni habrá solución. Por lo pronto, a la "Fosforito" no le queda sino renunciar.
No porque haya fracasado, lo que era previsible, sino para que no pase por la vergüenza de una destitución, que en el fondo no merecería porque le dieron una tarea imposible para ella.
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