El comediante-presidente sabe que perderá las elecciones. Cree que el caos podría salvarlo. Por eso avala las declaraciones de indignos generales anunciando que no aceptarán un resultado electoral que no favorezca a su jefe. Por eso calla frente a las agresiones armadas contra candidatos de la oposición, se refocila con la violencia desatada contra la UCV, y en acto realmente canallesco exalta la figura de los delincuentes que atentan contra ella
FREDDY NÚÑEZTalCualDigital
¿Entregará Chávez el poder?
El comediante-presidente sabe que perderá las elecciones del 7 de octubre. Cree que el caos (si el cáncer no decide otra cosa) podría salvarlo. Por eso avala las declaraciones de indignos generales anunciando que no aceptarán un resultado electoral que no favorezca a su jefe.
Por eso fomenta el miedo y calla frente a las agresiones armadas contra candidatos de la oposición, se refocila con la violencia desatada contra la UCV, y en acto realmente canallesco exalta la figura de los delincuentes que atentan contra ella. Embiste de nuevo contra los medios, estimula la aprobación de leyes que espera produzcan caos e ingobernabilidad para exasperar los ánimos del sector democrático.
Celebra un aquelarre para inventar una central sindical, y designado “caporal” por un lamebotas, ofrece una nueva ley del trabajo con retroactividad de las prestaciones. Ninguno de los sindicaleros presentes tuvo el mínimo pudor de preguntarle: ¿Por qué dejó pasar 13 años sin restituirlas?
“Obreros” pidiéndole al patrón que les haga la ley, se parecen al dictador de La Mulera, quien le pedía a los gringos que hicieran las leyes petroleras del país. El desespero lo obliga a exhibir su desprecio por la legalidad, encadenando al país a cada rato para manipular y mentir.
Ofrece más misiones, anuncia cualquier vaina, llega al desvarío de afirmar que para diciembre estarán construidas las 150 mil viviendas que ofreció para este año cuando al día de hoy no llegan a 60 mil. Hay que recorrer el país para palpar la decepción profunda que se ha incubado tras 13 años de verborragia necia y nociva.
La destrucción causada por Chávez es inaudita. Delincuencia incontenible, hospitales en el suelo, invasiones de todo tipo, carreteras y autopistas destruidas, buhonería en vez de empleo seguro y remunerado, quiebra de empresas del Estado y del sector privado, en fin un país frustrado, amargado.
Objetivamente están dadas las condiciones para una derrota aplastante de Chávez. Algunas personas, convencidas de que así será, preguntan a veces: ¿Entregará Chávez el poder? La respuesta es sí. No tiene otro camino.
El pueblo, los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil, cada uno de nosotros, y la Fuerza Armada en cumplimiento de la Constitución, son la garantía del respeto a la voluntad popular.
El artículo 328 de la Constitución establece que la Fuerza Armada: “En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. No debemos confundir cuatro áulicos con la institución.
Cuando Pinochet en Chile intentó desconocer el resultado del plebiscito, sus mismos compañeros de armas le dijeron: “Hay que aceptar el resultado, Augusto, si no tendríamos que matar a medio Chile”. ¡Ah! Y para los que temen “trampa”, aclaro que la gran tarea es tener presencia suficiente en las 36 mil mesas electorales, si lo hacemos olvídense de la bi, tri, cuatridireccionalidad de las máquinas, de la cantv, de la súper computadora del cne, pues tendremos en las manos las pruebas irrefutables del gran triunfo de la democracia venezolana.
FREDDY NÚÑEZTalCualDigital
¿Entregará Chávez el poder?
El comediante-presidente sabe que perderá las elecciones del 7 de octubre. Cree que el caos (si el cáncer no decide otra cosa) podría salvarlo. Por eso avala las declaraciones de indignos generales anunciando que no aceptarán un resultado electoral que no favorezca a su jefe.
Por eso fomenta el miedo y calla frente a las agresiones armadas contra candidatos de la oposición, se refocila con la violencia desatada contra la UCV, y en acto realmente canallesco exalta la figura de los delincuentes que atentan contra ella. Embiste de nuevo contra los medios, estimula la aprobación de leyes que espera produzcan caos e ingobernabilidad para exasperar los ánimos del sector democrático.
Celebra un aquelarre para inventar una central sindical, y designado “caporal” por un lamebotas, ofrece una nueva ley del trabajo con retroactividad de las prestaciones. Ninguno de los sindicaleros presentes tuvo el mínimo pudor de preguntarle: ¿Por qué dejó pasar 13 años sin restituirlas?
“Obreros” pidiéndole al patrón que les haga la ley, se parecen al dictador de La Mulera, quien le pedía a los gringos que hicieran las leyes petroleras del país. El desespero lo obliga a exhibir su desprecio por la legalidad, encadenando al país a cada rato para manipular y mentir.
Ofrece más misiones, anuncia cualquier vaina, llega al desvarío de afirmar que para diciembre estarán construidas las 150 mil viviendas que ofreció para este año cuando al día de hoy no llegan a 60 mil. Hay que recorrer el país para palpar la decepción profunda que se ha incubado tras 13 años de verborragia necia y nociva.
La destrucción causada por Chávez es inaudita. Delincuencia incontenible, hospitales en el suelo, invasiones de todo tipo, carreteras y autopistas destruidas, buhonería en vez de empleo seguro y remunerado, quiebra de empresas del Estado y del sector privado, en fin un país frustrado, amargado.
Objetivamente están dadas las condiciones para una derrota aplastante de Chávez. Algunas personas, convencidas de que así será, preguntan a veces: ¿Entregará Chávez el poder? La respuesta es sí. No tiene otro camino.
El pueblo, los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil, cada uno de nosotros, y la Fuerza Armada en cumplimiento de la Constitución, son la garantía del respeto a la voluntad popular.
El artículo 328 de la Constitución establece que la Fuerza Armada: “En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. No debemos confundir cuatro áulicos con la institución.
Cuando Pinochet en Chile intentó desconocer el resultado del plebiscito, sus mismos compañeros de armas le dijeron: “Hay que aceptar el resultado, Augusto, si no tendríamos que matar a medio Chile”. ¡Ah! Y para los que temen “trampa”, aclaro que la gran tarea es tener presencia suficiente en las 36 mil mesas electorales, si lo hacemos olvídense de la bi, tri, cuatridireccionalidad de las máquinas, de la cantv, de la súper computadora del cne, pues tendremos en las manos las pruebas irrefutables del gran triunfo de la democracia venezolana.
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