Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
Una noticia todavía enigmática llega de esa tierra olvidada de Dios y de la Ley que llaman el Alto Apure, donde bajo la égida del narcotráfico bandas de todos los bandos azotan la región. Esta vez se trata de una nueva muy sintomática.
Tres muertos y cuatro heridos que la FAN instalada en la comarca atribuye a un enfrentamiento con una banda de delincuentes, de ladrones de ganado. Un comunicado del Ministerio de la Defensa, la palabra del general Bulmes Vasconcelos, jefe del Teatro de Operaciones de la zona, y del conductor de la acción, el coronel Ángel Serdeño, así lo indicaron. Ahora bien, sectores del partido de gobierno y campesinos del lugar consideran que se trata simplemente de una masacre contra un grupo de revolucionarios, miembros del Frente de Liberación Bolivariano y de los frentes campesinos Simón Bolívar y Ezequiel Zamora, ampliamente conocidos en la región, dicen, como honestos activistas sociales. Además acusan a los efectivos de la Fuerza Armada de actos similares y otras fechorías, en especial al coronel Serdeño.
La matanza de San Camilo ha conmovido la región y el entierro de los caídos fue una notable concentración popular. En la actualidad las noches de Guasdualito son puro silencio, sus calles y adyacencias son recorridas por efectivos militares. Los miembros de la corriente política implicada se han puesto a resguardo.
Un clima de tensión se siente por doquier. Y las acusaciones o al menos la necesidad de una investigación exhaustiva (ya negada por la Asamblea, cosa curiosa) contra los uniformados aúna líderes del PSUV, el alcalde de Guasdualito, el PCV y conocidos luchadores por los derechos humanos nacionales como Marino Alvarado de Provea y el diputado Walter Márquez. El fantasma de la masacre de El Amparo no ha dejado de invocarse, así como sucesos similares de estos años de extrema conflictividad fronteriza. Hay hipótesis más barrocas sobre extrañas contradicciones y complicidades entre militantes, gente armada y delincuencia, pero superan nuestra imaginación.
El argumento mayor en defensa del batallón implicado ha sido la nueva política de Chávez frente a Colombia que implica acabar con los alzados de todos los colores en la tormentosa y confusa región. A propósito de la visita del presidente Santos lo ha repetido con la misma vehemencia y asertividad con la cual atacaba a su invitado, el peor de los peores, antes de hacerlo su gran amigo y jugar a la política de "la izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas". No ha podido ser más elocuente de lo bien que marcha esa unión, que algunos consideran contra natura y no sólo en la oposición vernácula, fue el opulento "regalo" de bienvenida, con que se inició el relanzamiento de nuestras relaciones económicas: la detención en Venezuela de El Valenciano, capo de capi, y su extradición a los Estados Unidos de Norte América, así como lo lee, al Imperio.
Nadie puede decir que la pasión del Presidente por su amada Colombia no ha sido comprobada en hechos voluminosos y hasta truculentos. Como la extradición de compañeros revolucionarios de las FARC, el servir de comparsa pacificadora en la Honduras del inolvidable Zelaya, los pagos de las deudas morosas de nuestras importaciones y ahora la entrega del valioso narco, hombre de cinco millones de dólares.
Pero esperemos que lo del Alto Apure se investigue y se aclare y que no se eche al olvido como otro aporte a la hermandad con la patria de Santander, entre otras cosas porque al parecer tienen deudos de la misma familia pesuveca.
¿Será que las computadoras silenciadas tienen tanto valor?
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