SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Este minicronista no considera un exceso de agudeza suponer que las representaciones diplomáticas acreditadas en Venezuela, comenzando por los embajadores, harán su trabajo. Esto es, informarán con la mayor exactitud posible a sus respectivos presidentes y jefes de Estado, la situación real del país, más allá de las peroratas de Chacumbele tan extraviadas siempre de la realidad. Me referiré a un tema que puede resultar baladí sólo a quien no viva en este país y no lo padezca a diario, particularmente en Caracas.
El tráfico automotor. Los ilustres visitantes (que ya informarán exactamente de qué va eso de la Celac) encontrarán por donde pasen los vehículos oficiales, una ciudad que hasta les puede lucir amable. Se ha estudiado perfectamente por donde transitarán y en consecuencia por esas vías se ha barrido, recogido la basura, pintado las aceras, puesto unas maticas, bacheado los huecos, en fin, el mínimo de mantenimiento que debería ser absolutamente cotidiano en cualquier país civilizado, pero que aquí requiere de tan pomposa visita para lograrlo.
Hasta los indigentes, incluyendo las etnias indígenas objeto de culto de la "revolución" pero que piden limosna en diversos sitios de la ciudad, han desaparecido como por arte de magia. Por otro lado, se declaró asueto el día viernes 2 de diciembre (fecha por cierto emblemática de la dictadura de Pérez Jiménez) con el objeto de que haya menos vehículos en la calle, y en vez de movernos por centímetros, lo hagamos por metros.
El plural no es ocioso, pues si hablamos del Metro, esa es otra calamidad que seguramente no sufrirán los dignatarios, y queda exclusivamente para ser padecida a diario por el pueblo llano. De todos modos, bienvenidos, y ojala el asunto vaya por los lados de contribuir a fomentar la democracia y repudiar todo intento de vulnerarla y destruirla. Para conocer la verdadera Caracas, pueden venir en cualquier otro momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario