Cuando Santos estaba en plena campaña, Chacu decía que era el mismo demonio, pero ahora asegura que es su mejor amigo. Chávez les aseguró a los empresarios colombianos, que no tuvieran miedo de invertir en Venezuela porque él no expropiaba las empresas de países que eran amigos
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Las relaciones entre Colombia y Venezuela viven un buen momento, algo que es positivo y nos alegra.
Pocos pensaron que tal realidad podría estarse produciendo luego de escuchar a Chacu declarar, en plena campaña electoral colombiana, que Juan Manuel Santos era casi el demonio. La realidad política se impuso y Chacumbele se mordió la lengua a tal extremo que aseguró, posteriormente, que su colega era su nuevo mejor amigo. El pasado lunes, el colombiano se veía satisfecho. Habló de los empleos que se iban a crear, de la pobreza que se reduciría y de la riqueza que en su país iban a producir los acuerdos alcanzados con Venezuela. Incluso tuvo palabras positivas hacia el sector privado, lo que no agradó al Caporal, quien en su intervención les aseguró a los empresarios colombianos que no tuvieran miedo de invertir en Venezuela porque él no expropiaba las empresas de países que eran amigos. O Esteban no se termina de dar cuenta del mundo en que vive o cree que los demás son pendejos. En cualquier parte del planeta se puede leer la prensa internacional y Colombia no es la excepción, por lo que los empresarios de ese país saben qué piensa el Caporal de la empresa privada. A los argentinos de Sidor no les sirvió de nada que los Kirchner fueran altos panas de Esteban, igual los expropiaron, aunque parece que les pagaron a tiempo y bien. No pueden decir lo mismo los colombianos de Cemento Andino, quienes todavía esperan que Chacu y sus compinches les cancelen el valor de la empresa. Los mexicanos de Cemex tampoco conservan buena experiencia, claro que sus presidentes no han sido amigos de Esteban. Si algún colombiano tenía dudas de lo arbitrario, autoritario y abusador que es y puede llegar a ser el Caporal, sus propias palabras del lunes les confirmaron de qué está hecha esta revolución.
Las relaciones entre Colombia y Venezuela viven un buen momento, algo que es positivo y nos alegra.
Pocos pensaron que tal realidad podría estarse produciendo luego de escuchar a Chacu declarar, en plena campaña electoral colombiana, que Juan Manuel Santos era casi el demonio. La realidad política se impuso y Chacumbele se mordió la lengua a tal extremo que aseguró, posteriormente, que su colega era su nuevo mejor amigo. El pasado lunes, el colombiano se veía satisfecho. Habló de los empleos que se iban a crear, de la pobreza que se reduciría y de la riqueza que en su país iban a producir los acuerdos alcanzados con Venezuela. Incluso tuvo palabras positivas hacia el sector privado, lo que no agradó al Caporal, quien en su intervención les aseguró a los empresarios colombianos que no tuvieran miedo de invertir en Venezuela porque él no expropiaba las empresas de países que eran amigos. O Esteban no se termina de dar cuenta del mundo en que vive o cree que los demás son pendejos. En cualquier parte del planeta se puede leer la prensa internacional y Colombia no es la excepción, por lo que los empresarios de ese país saben qué piensa el Caporal de la empresa privada. A los argentinos de Sidor no les sirvió de nada que los Kirchner fueran altos panas de Esteban, igual los expropiaron, aunque parece que les pagaron a tiempo y bien. No pueden decir lo mismo los colombianos de Cemento Andino, quienes todavía esperan que Chacu y sus compinches les cancelen el valor de la empresa. Los mexicanos de Cemex tampoco conservan buena experiencia, claro que sus presidentes no han sido amigos de Esteban. Si algún colombiano tenía dudas de lo arbitrario, autoritario y abusador que es y puede llegar a ser el Caporal, sus propias palabras del lunes les confirmaron de qué está hecha esta revolución.
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