El Deportivo Táchira no pudo con el Cruz Azul | Reuters
Daniel Prat Jerez/DO/El Nacional
El cuadro aurinegro recibió una escandalosa goleada a manos de Cruz Azul (4-0) que pudo ser mayor de no ser por su portero Roberts Rivas
Envalentonado luego de la buena noche del miércoles contra Corinthians, Táchira se presentó ayer en el Estadio Azul estrenando una camiseta que cubría el pecho inflado y una esperanza cotizando en alza. Sin embargo, hora y media después salió por la misma puerta cabizbajo, desangrado a partir del inexistente penal que adelantó a Cruz Azul en el marcador y que desajustó la débil moral de un equipo que encontró en Roberts Rivas su único argumento para evitar una goleada mayor que el 4-0 con el que terminó el partido.
En los minutos previos al penal, Rivas era apenas un espectador de un partido parejo, trabado en la mitad del campo que el cuadro mexicano intentó conquistar por cualquier vía, incluso con la patada con la que Gutiérrez recibió a Gamadiel García en el mismo primer minuto.
Ambos coincidían en la presión alta y en la intención de hacer circular la pelota, por lo menos hasta que el árbitro convirtió en penal lo que parecía una cobertura limpia de Clavijo sobre Aquino. El castigo, convertido en gol por Cortés, fue la banderilla que comenzó a desangrar a un cuadro tachirense el cual se desfiguró desde ese momento.
Desencajado ante lo que consideraba otro arbitraje injusto, Táchira fue víctima de las imprecisiones y los errores defensivos mientras Cruz Azul iba convirtiendo al portero tachirense en figura. Chourio, quien perdió la voz pidiendo calma a sus compañeros, terminó desconectado al igual que sus vecinos en ataque.
Atrás, las patadas intentaron compensar la rabia, dejando un racimo de cinco amarillas y un cúmulo de espacios que bien supo aprovechar el cuadro cementero.
Una vez convencidos de su superioridad, el equipo de Enrique Meza solo tuvo que afinar la puntería para hincharle la cara a su rival como lo terminó haciendo. Rivas, en su papel protagónico, evitó un cabezazo de Perea y por lo menos otros dos disparos de media distancia pero nada pudo hacer con el violento latigazo de Perea o el remate de Orozco, quienes encontraron entre el desorden defensivo aurinegro el espacio para concretar una goleada. Villa, con apenas segundos en cancha, terminó de retratar el caos al marcar con el hombro el cuarto.
El penal había dejado de ser una excusa para Táchira en ese momento mientras sus displicencias defensivas argumentaban mejor lo abultado del resultado que Táchira no sufría en Libertadores desde que en 2005, Santo André los derrotara por 6-0. "Venezuela, les pedimos disculpas, no queríamos hacer un partido así", declaró tras el duelo Gamadiel García a la transmisión de Fox Sports.
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