Todo el aparato del Estado ha sido lanzado por Diosdado contra el gobernador de Monagas. Conatel cerró siete emisoras de radio. Después de trece años descubrió que estaban ilegales, pero lo curioso es que tamaño celo administrativo se manifiesta precisamente cuando el “Gato” marcó una diferencia con el gobierno central. Además, la policía del estado ha sido intervenida, cosa que no ha ocurrido aún con ninguna otra gobernación. De modo que su comandante ahora recibe órdenes del minpopointerior, es decir, en la práctica, de Diosdado
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Lo que está haciendo el gobierno de Diosdado Cabello con la Gobernación de Monagas y con su titular, el “Gato” Briceño, constituye uno de los abusos de poder más brutales de los muchos que nos ha deparado el chavismo. Es la venganza pura y simple lo que hace Diosdado con el “Gato”.
Se trata de la misma fórmula que le fuera aplicada a los opositores que ganaron las gobernaciones y la Alcaldía Metropolitana de Caracas, pero más brutal y más cínica. Todo el aparato del Estado ha sido lanzado por Diosdado contra el gobernador de Monagas.
Conatel cerró siete emisoras de radio. Después de trece años descubrió que estaban ilegales, pero lo curioso es que tamaño celo administrativo se manifiesta precisamente cuando el “Gato” marcó una diferencia con el gobierno central a propósito del derrame petrolero en el Guarapiche, defendiendo, por cierto, a la población monaguense de la criminal intención de Pdvsa y del gobierno central de restablecer el servicio de agua potable cuando todavía estaba llena de petróleo.
La policía del estado ha sido intervenida, cosa que no ha ocurrido aún con ninguna otra gobernación. De modo que su comandante ahora recibe órdenes del minpopointerior, es decir, en la práctica, de Diosdado. Igualmente lo fue la Secretaría de Seguridad Ciudadana y las direcciones de Obras Públicas y de Ciencia y Tecnología. Al “Gato” lo están dejando en calzoncillos, literalmente.
Por cierto que esta no es una pelea en la que la oposición puede sentarse a gozar el espectáculo. Es imposible no ver que con él se están cometiendo incalificables abusos de poder.
Lo que está en juego es la defensa de la institucionalidad. Esta no puede depender de la bilis de Diosdado Cabello –ni de la de Chávez, obviamente. El asunto nos interesa a todos.
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