En los últimos siete años (desde 2005), los aportes de capital en Venezuela han sido negativos. Llevamos 3 años seguidos en los cuales se hace más pronunciada la descapitalización. En tales condiciones no es mucho lo que se pueda esperar. La actual política económica es creadora de incentivos adversos al crecimiento y la prosperidad
MARINO J. GONZÁLEZ R./TalCualDigital
Si algo caracteriza a la economía venezolana de estos tiempos, es lo poco atractiva que resulta para invertir. Ya después de casi 14 años de gobierno, no quedan muchas dudas de que estas han sido las consecuencias de una nefasta política.Sin inversión no hay posibilidades para nuevas empresas, productos, innovaciones. Una economía sin inversión es sinónimo de empobrecimiento.
En el último informe de la Cepal sobre las características y magnitudes de la inversión extranjera en los países de la región, el panorama no puede ser más desolador. La economía venezolana es la única en la cual el flujo de aportes de capital es negativo. Es decir, en vez de inversión lo que tenemos es desinversión.
En otras palabras, las empresas se están descapitalizando, están perdiendo valor. En el resto de los países los aportes de capital son positivos. En Argentina ascienden a casi 4.000 millones de dólares.En Chile a 6.500 millones. En México a poco más de 8.000. En el caso de Brasil se llega a casi 55.000 millones de dólares de aportes de capital.
Todos esos inmensos aportes de capital deben redundar en recursos para que se creen puestos de trabajo y se amplíe la capacidad de producción. En todos los países, menos en Venezuela.
En los últimos siete años (desde 2005), los aportes de capital en Venezuela han sido negativos en cinco de ellos. Ya tenemos tres años seguidos en los cuales se hace más pronunciada la descapitalización. En tales condiciones no es mucho lo que se pueda esperar. La actual política económica es creadora de incentivos adversos al crecimiento y la prosperidad.
Que la economía venezolana sea poco atractiva para la inversión extranjera es el correlato internacional de la dinámica interna. Todas las señales que se envían a los sectores productivos son justamente para ahuyentar la disposición a invertir y a la creación de empleos protegidos, estables, productivos. No se puede esperar otro resultado que las grandes limitaciones para la creación de riqueza que tenemos en el país.
Que Venezuela sea un eje de atracción para la inversión extranjera es un requisito para realizar los cambios fundamentales que demandan los venezolanos. Ello supone la conjunción de esfuerzos entre el gobierno, los trabajadores y los empresarios, para generar un ciclo virtuoso de bienestar.
Mejores condiciones para que ingresen recursos de capital, generarán una mayor disposición a la activación de procesos productivos, algunos de los cuales pueden incluso haber desaparecido temporalmente. Es por ello de gran urgencia un cambio de rumbo.
Un gobierno que sea capaz de abrir el país a las enormes posibilidades de empleo que traerá consigo la inversión nacional e internacional. Un gobierno que tenga vocación por garantizar los recursos para una nueva etapa de progreso sostenible.
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